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el bulevar de la vida
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Juan Luis Guerra al Consejo de Gobierno

Aprender de errores ajenos es cosa de sabios.

Que el PRD, –el otrora partido de la esperanza nacional, al que hasta entrado el nuevo siglo votaban cuatro de cada diez dominicanos–, languidezca hoy con un famélico 1.1% de intención de voto (reciente Gallup-RCC Media) debería advertirle algo al gubernamental PRM.

Como algo debería decirle el hecho de que el PLD sea hoy un partido partido por la mitad. Y todo por esa suma terrible de egos habanero-porteños, más un implacable síndrome de Hubris y un Quirino rencoroso y vengativo contra su verdugo. (Mientras más conozcas de la Real Politik más querrás a tu perro).

Y es que, al paso que van las cosas, digamos que algunos ministros independientes de nombres propios y sin vocación de equipo de gobierno, podrían estar liberando al PRM de la tarea de seguir siendo gobierno en 2024. Y como en el pasado se lo advertimos al PLD, podemos ahora advertírselo al PRM: lo mucho hasta Dios lo ve, y a ocho meses de las elecciones también podría verlo el electorado.

Si el PLD alucinado de tanto ganar siempre durante 20 años, terminó muriendo de sus éxitos; el PRM podría morir de sus torpezas, de negarse a entender que un gobierno es una orquesta donde no está permitido desafinar. Y digo más: en el próximo Consejo de Gobierno, Juan Luis Guerra, (que no gusta nada de la política y sus miserias), bien podría hacer una excepción y en el próximo Consejo de Gobierno explicarle a los señores qué quiere decir 4-40.

Las distintas experiencias de gobierno (hagan memoria) demuestran que, con honrosas excepciones, a los políticos de la sociedad civil (que no deja de ser un partido en función de los intereses de grupos económicos, organismos internacionales o Embajada versión USAID) no se les da muy bien lo de trabajar en equipo con un objetivo político-partidario (la orquesta gubernamental), pero resulta que, el de ministro, es un cargo estrictamente político, y no puede Ud. pescar las tilapias sino está dispuestos a mojarse algo más que la espalda.

Desde la sociedad civil o el partido, el político opositor critica. En cambio, el ministro resuelve, corrige, colabora con la Justicia, (nadie habla aquí de complicidades), pero lo que nunca puede hacer es ofrece –espontáneamente– armas de destrucción de gobierno y partido a la oposición. La razón es sencilla… porque las utilizará.

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