El país tiene una alta vulnerabilidad sísmica

Terremotos. Desde 1562 hasta 2010, la isla Española ha sido estremecida por ocho grandes terremotos, siendo el de mayor intensidad el de 8.1 del 4 de agosto de 1946, con epicentro en Nagua.

En cualquier ciudad del país se levantan edificaciones sin ninguna evaluación de la calidad del suelo. Archivo/LD

En cualquier ciudad del país se levantan edificaciones sin ninguna evaluación de la calidad del suelo. Archivo/LD

El colapso de un edificio de cuatro niveles el pasado miércoles en La Vega –y ni siquiera a causa de un temblor de tierra- pone en el tapete las reiteradas advertencias de expertos en sismología sobre las construcciones realizadas sin ninguna supervisión del Estado dominicano.

Precisamente, el 29 de septiembre de 2017, LISTÍN DIARIO publicó un amplio reportaje titulado “El temor a que se mueva: El país no está preparado para un gran terremoto”, donde expertos plantearon la necesidad de instaurar una cultura de prevención sísmica en el país, hasta ahora inexistente.

¿Cuáles fueron las debilidades del país expuestas en esa área en ese entonces y sus sugerencias para subsanarlas? Las construcciones sobre suelos débiles o blandos que amplifican el espectro sísmico, las edificaciones informales levantadas sin ninguna supervisión del Estado y el bajo presupuesto para mitigación de desastres frente a un inminente terremoto que podría tener consecuencias devastadoras.

El geólogo Osiris de León planteó en esa oportunidad que, si en República Dominicana ocurriese un terremoto como el del 4 de agosto de 1946, en Nagua, de magnitud 8.1 en la escala de Richter, o como el del 12 de enero de 2010, en Haití, “dejaría tierra arrasada en muchas zonas importantes”.

Suelos arcillosos

Uno de sus principales argumentos es la construcción de edificios sobre suelo arcilloso o blando. Y puso como ejemplo las viejas edificaciones de la Ciudad Colonial, las cuales han soportado ocho grandes terremotos porque están construidas sobre rocas calizas rígidas que atenúan el efecto sísmico.

En esa oportunidad, De León citó entre las zonas con edificaciones vulnerables, además de La Vega, donde colapsó el edificio que alojaba una mueblería, a los sectores Los Prados, San Gerónimo, La Castellana, Los Alcarrizos, Santo Domingo Norte, Jardines del Norte y Los Ríos, en la capital, así como Santiago, Bonao, San Francisco de Macorís, Salcedo, Tenares, Villa Tapia, Arenoso y Nagua, en la parte nordeste.

El criterio de seleccionar terrenos sólidos ha sido incluso obviado a la hora de construir escuelas, iglesias, hospitales, estadios, torres residenciales y otros lugares que acogen a grandes cantidades de personas.

Diseño especial

El geólogo sugirió al Estado tener diseños de construcción para los diferentes tipos de suelo y, en el caso de los blandos, obligar a los constructores a remover la capa superior de los suelos flexibles y colocar un aislante sísmico entre la zapata y la columna. Además, propuso un estudio de vulnerabilidad en los edificios públicos, a nivel de suelo y de diseño estructural, con el objetivo de reforzarlas y hacerlas sismo-resistentes.

De León lamentó que no exista un régimen de consecuencias para someter a la justicia a los constructores de estructuras colapsadas o averiadas por cualquier evento menor, especialmente en edificaciones que albergan mucha gente, como escuelas, hospitales y estadios.

Sin prevención

Mientras el experto en sismología Leonardo Reyes Madera planteó que el país no está preparado para un sismo de gran magnitud porque tradicionalmente “no somos preventivos”.

Sus principales preocupaciones: cómo se trasladarían heridos a hospitales si quedan inhabilitados los puentes, pasos a desnivel o elevados que comunican a las ciudades, así como la posibilidad de remover escombros de estructuras colapsadas para salvar vidas por falta de equipos y personal entrenado.