OBSERVATORIO GLOBAL
Pruebas de diagnóstico: La improvisación de una estrategia
Es más que evidente que desde un principio, en la República Dominicana, se ha carecido de una estrategia coherente y clara de implementación de las pruebas de diagnóstico, que resulten ágiles, masivas, eficientes y gratuitas.
Para empezar, como criterio, el gobierno consideró que las pruebas no eran para todos. Esto así, a pesar de que nuestra Constitución consagra la salud como un derecho fundamental de los ciudadanos; y de que una pandemia es un caso de calamidad pública que no permite discriminar o establecer barreras entre los que pueden o no pueden acceder a un bien público.
Por consiguiente, en lugar de conferirle a las pruebas o test de diagnósticos, un carácter de universalidad, cada ciudadano tenía que asumir por cuenta propia sus costos.
Luego, a través de un discurso del presidente de la República, el gobierno estableció que la prueba para detectar el coronavirus sería gratuita para la población en los laboratorios privados autorizados para llevarla a cabo.
Pero no fue así. En el propio discurso presidencial se indicaba que las pruebas gratuitas sólo se aplicarían a las personas mayores de 59 años; y que esas personas, como condición, estuviesen sometidas, a su vez, a dos condiciones: primero, que presentasen dos o más síntomas de coronavirus; y segundo, que sufriesen de diabetes, hipertensión, cáncer e insuficiencia renal.
Eso, obviamente, resultaba injusto e insuficiente. El acceso gratuito a las pruebas de diagnóstico para un caso de crisis sanitaria no podía estar limitada a un sólo segmento de la población, a la cual se le imponían, por demás, condiciones restringidas.
Frente a eso, el gobierno tuvo que recapacitar; y fue entonces que explicó que podían hacerse la prueba gratis los afiliados al Seguro Nacional de Salud (SENASA), los que tienen planes especiales transitorios para pensionados y jubilados, así como los afiliados al Seguro de Riesgos Laborales.
A eso añadió que también tendrían derecho, en forma gratuita, a la prueba del Covid-19, aquellos ciudadanos que no tuviesen seguro. Pero, para que eso fuese posible, se exigía, con antelación, una prescripción médica de internistas, infectólogos o neumólogos.
Además, que las persona spresentasen dos o más síntomas del Covid-19, que hubiesen tenido contacto con pacientes confirmados, o que estuviesen expuestos a lugares de transmisión del coronavirus en el exterior.
Posteriormente, volvió a cambiarse nuevamente de orientación. En esta ocasión para indicar que cualquier profesional médico, ya no especialistas, estaba autorizado para ejecutar la prueba del Covid-19 y proceder a asistir a los pacientes en los centros habilitados para este servicio.
En fin, una falta total de coherencia para comprender la importancia de la realización de las pruebas como manera de frenar la propagación del virus.
Ejemplos de éxito
Desde tiempos tan remotos como los de la plaga de Justiniano o la peste bubónica, una de las primeras medidas adoptadas por las sociedades para contener la propagación de los brotes epidémicos siempre fue la del confinamiento o aislamiento de la población.
Con el paso del tiempo, se establecieron laboratorios clínicos con la finalidad de realizar análisis cuyo propósito consiste en investigar la naturaleza de las enfermedades.
En la actualidad, con ocasión de Covid-19, así se procede en la generalidad de los países. Los gobiernos toman medidas de reclusión de la población y al mismo tiempo ordenan la realización de pruebas o muestras para determinar el nivel de diseminación de la infección viral.
Los países que hasta el momento han resultado más exitosos en la contención de la propagación del Covid-19, son precisamente aquellos que, desde el mismo momento de haber tenido conocimiento del brote epidémico, procedieron a la realización masiva y gratuita de pruebas de diagnóstico.
Es el caso, por ejemplo, de Corea del Sur, que al producirse la pandemia estableció una amplia red de diagnóstico con la finalidad de reducir la tasa de mortalidad. A esos fines, lleva a cabo más de 20 mil muestras o pruebas al día.
De esa manera, identifica los que fueron considerados como positivos, los coloca en cuarentena y rompe la cadena de transmisión del virus.
Pero es también el caso de Alemania, cuyo bajo porcentaje de letalidad se debe especialmente a que es uno de los países con mayor número de realización de pruebas diagnóstico a nivel mundial.
En lo que respecta a Chile, se reporta una de las tasas de letalidad más bajas de la región, obtenida, entre otras razones, porque cada día realiza tres mil pruebas de diagnóstico.
Por supuesto, lo mismo podría decirse de otras naciones, como Singapur, Hong Kong o Canadá, todas las cuales reaccionaron con rapidez, para en forma masiva proceder a la implementación de pruebas de diagnóstico.
Falta de visión
A diferencia de los países señalados, en la República Dominicana, en relación con las pruebas del Covid-19, al gobierno le ha faltado, desde el principio, una clara visión de la importancia que estas desempeñan en lograr el objetivo de la contención en la propagación del virus y en conquistar el aplanamiento de la curva.
Eso se pone en evidencia por las explicaciones ofrecidas por el gobierno en relación con la alta tasa de letalidad (un 6 por ciento), que tiene la República Dominicana con respecto al coronavirus. En efecto, al ser abordado acerca de si la poca cantidad de pruebas realizadas en el país (9 mil 275), ha sido una de las causas de que tengamos uno de los más altos porcentajes de fallecidos en América Latina, el Ministro de Salud Pública respondió: “La tasa de letalidad no se está produciendo por presencia o ausencia de las pruebas como se quiere decir y se está manejando en algunos sectores. Se está produciendo por el hecho de que las co-morbilidades están haciendo susceptibles grandemente, como figura en las estadísticas mundiales, el tema del coronavirus en estos pacientes.”
A pesar de estar dicho en un lenguaje confuso, si para el Ministro de Salud Pública las pruebas de diagnóstico del Covid-19 no tienen ninguna incidencia en el índice de letalidad de la infección, entonces, ¿para qué sirven? ¿En qué consiste su utilidad?
A diferencia de lo que se piensa desde el gobierno, la realización de las pruebas de diagnóstico son determinantes para obtener la data o información que sirven de fundamento para la elaboración y aplicación de las políticas que tienen como objetivo evitar un aumento del índice de letalidad.
A eso, precisamente, fue que se refirió el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, al afirmar que “no se puede combatir el virus si no se sabe dónde está. Y eso es precisamente lo que hacen los exámenes.”
Es esa falta de comprensión de para qué y por qué se hacen las pruebas, lo que tal vez explique los desaciertos incurridos por el gobierno, desde el inicio de la pandemia, en la realización de algo que resulta tan vital para la detección de la propagación del Covid-19.
Pero para el gobierno dominicano, la implementación de las pruebas nada tiene que ver con el porcentaje de letalidad.
Así de simple y nada más.