Enfoque
Consejo de Seguridad, dominicanos y Haití
Haití está clasificado como uno de los primeros diez estados fallidos a nivel mundial. Antes de su independencia, la colonia francesa de Saint-Domingue, fue la más próspera del imperio francés. Han transcurrido 204 años de la independencia de Francia, y desde aquel entonces gradualmente se ha ido convirtiendo en la nación más pobre del hemisferio occidental.
Esa es la triste realidad del país que primero abolió la esclavitud en el mundo y la segunda del continente americano en lograr su independencia. En la búsqueda de soluciones para esa nación, la Comunidad Internacional durante años ha tratado de exportar el modelo democrático. Se han celebrado elecciones y han elegido gobiernos pero la realidad es que allí nada de eso ha funcionado. Eso ha ocurrido debido a que no están presentes las instituciones que hacen funcionar a un régimen democrático.
Pero la Comunidad Internacional no ha querido reconocer esa situación.
Aún con la experiencia después del terremoto donde gastaron billones de dólares provenientes de los países donantes. Dichos recursos supuestamente fueron aplicados en ayuda humanitaria, gastos militares y en organizar elecciones. Pero nada se logró y Haití está peor que en aquel entonces.
En un caso como el de Haití, que es claramente un Estado fallido, lo mejor hubiera sido establecer un “Protectorado”, pero el capítulo XII, artículo 78 de la Carta de las Naciones Unidas, indica que no es posible hacerlo en territorios que hayan adquirido la calidad de miembros de esa organización y ese es el caso de Haití. ¿Cómo entonces conciliar esa situación con la realidad de esa nación?
Para ello es necesario buscar otros mecanismos que permitan que un valor inmutable como el principio de la soberanía se mantenga. Pero que a la vez, no se constituya en un obstáculo insalvable a la propia existencia de Haití como nación, y que esta pueda convertirse en una nación viable.
En los tiempos presentes, y en casos como estos, las Naciones Unidas ha preferido apoyar el concepto de soberanía convencional. Ese pensamiento y su aplicación ha resultado negativo en los llamados “Estados fallidos”. Es por eso que en algunos casos se han planteado otras opciones para que la ayuda internacional sea más efectiva. Nosotros creemos que una alternativa para eso es la aplicación del concepto de “Soberanía compartida” bajo la cual se lograría una especie de asociación entre las partes y en que las autoridades locales otorgan la potestad, en este caso a la Comunidad Internacional, de manejar determinadas áreas de Haití por un tiempo definido.
Esta opción permitiría llegar a un acuerdo bajo el cual la Comunidad Internacional pueda aplicar un esquema parecido a lo que se buscaría lograr con un protectorado, pero cuya modalidad y denominación sería diferente al protectorado. Esta se denominaría “Alianza Estratégica”, lo cual implica hacer un gobierno compartido en Haití con la Comunidad Internacional. Bajo un esquema de esa naturaleza se haría un convenio de carácter internacional en que Haití delega en la Comunidad Económica Internacional el manejo y control de la economía durante unos 15 años.
Sin embargo, la otra parte que es Haití gobernaría y manejaría otros poderes y áreas que normalmente conforman a un Estado independiente. Dichos gobiernos serían elegidos en elecciones libres y según lo establece la Constitución haitiana. Las funciones del sector de gobierno que manejarían los haitianos serían todos los sectores, excepto el área económica.
En el fondo es una especie de alianza estratégica, bajo la cual los poderes serían compartidos entre las dos partes. Existen antecedentes de este concepto y según las experiencias obtenidas, es viable siempre y cuando exista un equilibrio entre las partes, es decir, los actores internos que son los haitianos y los externos representados por la Comunidad Internacional.
Con un pacto como ese, el instrumento para ejecutar el proceso de la reconstrucción económica de Haití, sería realizado por la Comunidad Económica Internacional, y se crearía una Agencia de Desarrollo que asumiría todas las funciones económicas. Esta a su vez, coordinaría esas actividades con el FMI, BID, OEA y Banco Mundial.
Esta agencia deberá ser autónoma y su principal atribución sería diseñar y ejecutar el programa de reconstrucción de Haití. Su principal fuente de recursos serían las donaciones que harían el grupo de países donantes, así como los fondos prestados y provenientes de los Organismos Internacionales.
Mientras que sus principales funciones serían: 1- Establecer las prioridades económicas. 2- Diseñar el programa de la reconstrucción. 3- Licitar y supervisar las obras a realizar en ese programa. 4- Recibir los recursos donados y los préstamos para hacer los desembolsos según los compromisos contraídos. 5- Velar y Supervisar el cumplimiento de los trabajos contratados según el calendario de ejecución.
En la fase inicial del programa a ejecutar por la Agencia de Desarrollo, la atención sería dirigida a crear la infraestructura que Haití necesita para su crecimiento económico en áreas como, carreteras hospitales, escuelas técnicas, acueductos y energía. Un programa de esa naturaleza podría necesitar en la primera fase, que sería de cinco años, unos diez mil millones de dólares. Al cabo de quince años y bajo un esquema como el indicado, Haití habrá consolidado las bases de su desarrollo económico y social, pero a la vez creado las instituciones que hacen viable a la democracia.
Es a partir de ese momento que Haití sería un Estado-Nación capaz de manejarse bajo un régimen democrático, sin intervención externa. Nosotros los dominicanos que estamos en la misma isla y con un grado de desarrollo mucho mayor, debemos ser los propulsores de esta iniciativa. No es necesario abundar en este punto. El que no quiera comprender que si la situación haitiana continúa como está actualmente, será cuestión de pocos años para que la República Dominicana también se convierta en un Estado fallido con millones de haitianos en su territorio, en ese momento la solución será fusionar a las dos naciones.
Actualmente se nos presenta una posibilidad como parte del exclusivo club que es el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esto nos da la oportunidad de estar muy cercanos a los países más poderosos del mundo. Este es el instrumento que debemos aprovechar para tratar de influir y convencer a cuatro de esas naciones (Estados Unidos, Rusia, China e Inglaterra) sobre la necesidad de ayudar a Haití y adoptar un esquema viable como el aquí propuesto. La realidad es que en el caso haitiano, si sabemos presentarlo y cabildearlo, no es posible que la Comunidad Económica Internacional siga evitando asumir un compromiso político y económico de largo plazo con esa nación. La posición que hoy tenemos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, debemos aprovecharla. Es en síntesis, el momento para influir sobre la Comunidad Internacional y tratar de que ellos asuman la responsabilidad como única forma de lograr que Haití sea una nación viable, y deje de ser el Estado fallido que es hoy.