GENTE CON NORTE

El padre Moncho, sacerdote liberador

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

San Francisco de Macorís.- Nació en abril del 54. No lleva crucifijo ni usa camisa clerical. “Se usan para buscar privilegios y sensación de santidad”, argumenta. Su barba no es símbolo de insubordinación. Para protestar y canalizar su rebeldía prefiere posturas firmes y testimonio de vida. Es Ramón Alejo de la Cruz, el querido Padre Moncho, el sacerdote que respira al calor de las necesidades y sentires de su pueblo. Nació en Pimentel, municipio francomacorisano. Cuando ingresó al seminario nadie creyó que lo suyo era serio, pues tenía fama de “quemagoma” y “cabezacaliente” de las manifestaciones estudiantiles. En tiempo récord se ordenó sacerdote, en 1982. “Fui al sacerdocio convencido de que tenía que asumir un compromiso con Dios desde el pueblo y que él me llamaba, no para un sacerdocio como medio de vida, sino para un ejercicio liberador y constructor de una sociedad nueva, con justicia y donde se valorice a hombres y mujeres sin importar condiciones sociales, políticas o religiosas”, se confiesa. Es licenciado en Derecho y acreditado en pedagogía religiosa. Es un misionero del mundo que ve a Dios en cada hermano y hermana. Repite que “no hay fe con la barriga vacía”. En los campos del Nordeste y lomas de Cabrera y Río San Juan no olvidan al padre que desafiaba lomas para llevar el mensaje de emancipación y fe. Un revolucionario Para María Isabel Aracena, de Las Gordas, Nagua Moncho “no es un sacerdote de sotana”: él ha sido un revolucionario que acompaña su pueblo pastoreando sus luchas. Por ir contra la corriente, el poder de distinto color le ha vejado, interrogado y vigilado. Cuando el maestro uasdiano Narciso González fue secuestrado durante el último gobierno de Joaquín Balaguer, Moncho dirigía la revista La Muralla, donde el catedrático escribió el artículo “Diez razones por lo cual Balaguer es lo más perverso de América Latina”. La Policía le ocupó la parroquia. “Por varios meses me mantuvieron vigilado, montando un espectáculo. No sentí miedo, una de las expresiones que más me gustan de la Biblia es cuando San Pablo dice: Si Dios está con nosotros quién contra mí”. A él no le interesa caer bien sino ser fiel a lo que cree. Considera que la verdadera iglesia es de quienes aceptan a Jesucristo, pero la otra, la del ropaje, jerarquía y títulos es totalmente elitista. Uno de los proyectos sociales en los cuales trabaja el sacerdote de la parroquia San Vicente de Paúl, en el barrio 24 de Abril es una fábrica de block en Pimentel, junto a la religiosa francesa Sor Michelleny Marc. Allí trabajan 30 personas, han controlado el precio en la zona y mejoraron la calidad de vida de sus productores. Su mayor reto, dice, es caminar con su pueblo en busca de superar sus necesidades más urgentes.

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