Reflexiones del director
El difícil laberinto de la prensa
Como nunca antes, la prensa libra hoy una acuciante lucha para evitar su extinción.
Su modelo tradicional, que se afincaba en la fórmula de más circulación-más publicidad-más suscripciones, ya no es sostenible.
Esos tres pilares o fuentes de la sustentación se han ido degradando en la medida en que surgen miles de medios o plataformas digitales que rivalizan con su misión esencial de informar.
En este ambiente de desafíos, la prensa ha tenido que recurrir a estrategias de innovación para no quedarse rezagada, ni perder identidad y sentido de misión.
Es decir, ha tenido que asumir el imperativo de la transformación para ajustarse al ritmo de los tiempos, adoptando otra modalidad de enfoque para crear un modelo de negocios distinto al anterior.
Es así como apuesta a la inversión en tecnologías, a la reinvención de las narrativas para conectar con las nuevas audiencias, más concentradas ahora en las redes sociales, y a explorar otras vías para generar ingresos por medio de suscripciones, publicidad digital y organización de eventos rentables.
En su favor opera lo que ha sido su mayor riqueza, que es la reputación de la marca y una larga historia de búsqueda de la verdad y de compromiso con la excelencia periodística, que acreditan su nivel de credibilidad, mucho mayor que el que tienen las redes sociales.
En este laberinto de desafíos, la prensa tradicional afronta otro fenómeno inesperado: el de la creciente evasión de las noticias, el de un público mayoritario que no consume textos en impresos y la aparición revolucionaria de la Inteligencia Artificial, cuyas aplicaciones son capaces de producir y difundir noticias, fotos, audios y videos y eventualmente suplantar el oficio clásico de los periodistas.
En adición a esto, otra realidad es que los periodistas tradicionales ya no compiten sólo con otros medios, sino con “creadores de contenidos” independientes (como los youtubers, influencers, bloggers) que tienen muchos seguidores.
Estos nuevos actores son más ágiles y cercanos a sus audiencias, lo que les da una ventaja competitiva.
Como vivimos en una época donde la velocidad informativa y la precisión son cruciales, uno de nuestros mayores retos es saber integrar la IA de forma que complemente nuestra misión de informar con rigor, sin sacrificar la esencia de la labor periodística.
Por el momento, los sistemas automáticos de la IA carecen del criterio humano para discernir los matices y sabores de una historia o verificar la información con la misma profundidad y apego a la ética con que lo hacen los medios profesionales.
Lo que procede es aprovechar la IA para análisis de datos (debidamente revisados por humanos), generación automática de reportes o personalización de noticias, manteniendo el periodismo humano en las áreas donde se requiera análisis profundo, empatía y ética.
Los medios deben reinventar sus formatos y estilos, adaptándolos a las nuevas formas de consumo (rápido, visual y fragmentado) y hacer frente a la digitalización sin perder su identidad.