EDITORIAL
Paremos ese derroche
Cuando las autoridades afirman que entre el 50 y el 60 por ciento del agua que suplen los acueductos de la capital se pierde por diversas causas, están admitiendo que hay un derroche de un recurso vital y escaso.
Si tanto la ciudadanía como los funcionarios tuvieran plena conciencia de que las fuentes de agua están agredidas por la mano del hombre y por tanto en peligro permanente, desperdiciar ese recurso sería inaceptable.
Traer agua a la ciudad, principalmente desde la cordillera Central, tiene un elevado costo, por lo que eliminar todas las fugas, hacer un uso racional del líquido y ahorrarlo en todas las actividades, es una necesidad del presente.
El país tiene que dejar atrás la mala costumbre de utilizar el agua como si fuera un recurso inagotable y adoptar una cultura de consumo proporcional y estrictamente necesario.
Una gran cantidad de los capitaleños no paga el servicio de agua, lo que explica en parte por qué se pierde tanta cantidad o se bota incluso mojando las calles para evitar la polvareda.
Tanto valor tiene reforestar y proteger las cuencas altas de los ríos y arroyos del país, como asegurarse de que cuando el agua llega por tuberías a la ciudad, no se pierda por averías o desperdicio.
Cultivar agua, mantenerla limpia y aprovecharla en forma racional, es una política esencial de las naciones más desarrolladas, que países isleños como República Dominicana tienen que adoptar sin vacilaciones.