El peligro no ha pasado

Aunque pasó muy lejos de nuestro territorio, el huracán Beryl causó daños significativos a los sistemas de electricidad y acueductos y a otras infraestructuras.

Este fenómeno nos hizo recordar la vulnerabilidad de nuestro país ante las fuerzas de la naturaleza, especialmente en una temporada ciclónica pronosticada como particularmente activa.

Sin embargo, es importante entender que el peligro no ha pasado.

De ahora en adelante, la respuesta del gobierno y de la sociedad ante estos desastres debería ser clara y perentoria:

Debemos adoptar una cultura de prevención y mejorar significativamente nuestra gestión de riesgos frente a los fenómenos atmosféricos.

Las lecciones dejadas por Beryl no pueden ser ignoradas y la inacción podría costarnos aún más caro en el futuro.

En primer lugar, es conveniente que se realicen inversiones significativas en la modernización y robustecimiento de nuestra infraestructura crítica.

Esto incluye la red eléctrica y los sistemas de acueductos, que deben ser adaptados para resistir mejor los embates de tormentas.

Las comunidades deben ser educadas y preparadas con simulacros regulares y programas de capacitación que enseñen a la población cómo actuar antes, durante y después de un huracán.

Es una osadía que, en pleno desarrollo de estos fenómenos, aparezcan ciudadanos desafiando los peligros en lugares vulnerables, o vehículos transitando por avenidas costeras.

Algo que siempre se ha reclamado, pero no se le hace caso, es que se implementen políticas estrictas de zonificación y construcción, prohibiendo edificaciones en áreas de alto riesgo.

La lección que nos deja el huracán Beryl es que debemos estar mejor preparados para los eventos atmosféricos que vendrán en el futuro inmediato, probablemente más directos y agresivos que éste.

El peligro no ha pasado.

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