Los gigantes, en su hora crepuscular

El colapso de los principales partidos políticos dominicanos, convertidos ahora en fuerzas minoritarias, plantea varios riesgos para la democracia y la vida institucional del país.

Uno de esos riesgos es que el vacío que dejan estos partidos tradicionales pueda ser llenado por movimientos populistas que prometen soluciones rápidas y simples a problemas complejos.

Movimientos que, a menudo, basan su éxito en el carisma de líderes individuales más que en propuestas políticas bien fundamentadas.

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Es el fenómeno que ha venido registrándose en países que antes se ufanaban de disfrutar de un sistema democrático robusto, y en los que ahora las libertades públicas y el respeto a los derechos humanos lucen menguados.

Con la pérdida de fortaleza y de influencia de esos otrora gigantes del esquema partidario, el sistema se está fragmentando, lo que puede dar paso a su atomización.

¿Cómo? Pues abriendo el camino al surgimiento de múltiples partiduchos sin una base sólida, ideológica, ni programática.

En un contexto así, del que no estamos muy lejos de ver materializado, se dificultaría la formación de mayorías estables en el Congreso y los concejos municipales.

Como estos grandes partidos fueron los mediadores entre el Estado y la sociedad durante varias décadas, su colapso significa que grandes segmentos de la población se irán quedando sin representación adecuada en los estamentos del Estado.

Este sistema de partidos ha comenzado a tocar fondo.

Y una prueba elocuente es la desafección y el desinterés de los ciudadanos hacia los políticos y hacia las elecciones, como acabamos de comprobarlo en los últimos dos comicios.

La percepción de corrupción y la práctica del transfuguismo han socavado la confianza pública en el sistema político.

Y han erosionado la cultura democrática de la que disfrutamos por años, elevando el riesgo de un aumento de la intolerancia, el autoritarismo y la pérdida gradual de la libertad de prensa, en el marco de un escenario de concentración del poder en pocas manos.