El impecable trabajo organizativo de la JCE
Hasta el momento, la Junta Central Electoral ha cumplido a carta cabal todos los pasos organizativos para el montaje de los comicios del próximo domingo.
Su carta de ruta hacia esas elecciones la ha venido cumpliendo desde muchos meses atrás, para asegurarse la integridad y transparencia del proceso.
Ha tomado las previsiones de lugar para que sea equitativo el acceso de todos los ciudadanos aptos para votar, incluyendo medidas para facilitar la participación de personas con discapacidades, internos en cárceles y ciudadanos residentes en el exterior.
Por igual, ha gestionado la presencia de decenas de observadores nacionales e internacionales y ha experimentado, a la vista de los delegados de todos los partidos, las pruebas de los sistemas de conteo y trasmisión de los votos.
Todo esto de forma puntual, según el cronograma de trabajo.
Los magistrados de la JCE también se han mostrado abiertos y accesibles a las quejas y reclamos de los partidos políticos y a las solicitudes de información de la prensa.
Su mayor empeño, en este tramo final, es hacer valer las leyes que regulan el proceso y rodear de la mayor seguridad los centros de votación, para evitar que se instalen carpas destinadas a la compra del voto o a influir en los sufragios promocionando candidaturas.
La divulgación de información ha sido constante y oportuna, matizada con recursos visuales que enseñan a los ciudadanos cómo y dónde votar.
Al mismo tiempo, ha sido sistemática en difundir las restricciones o prohibiciones que la ley establece para evitar que, por desconocimiento o mala intención, estas sean ignoradas y violentadas.
Con ese nivel de trabajo organizativo, la JCE no solo ha cumplido con su misión fundamental, sino que ha establecido a la vista de los electores un sello reputacional de imparcialidad en la aplicación de las leyes y reglas del proceso.
Esto contribuye a generar confianza y seguridad en la transparencia de las venideras elecciones.
¡La suerte de la democracia está echada!