Cómo dar refugio a un millón de haitianos de inmediato
La Organización de las Naciones Unidas pide y consigue, cuando se lo propone, ayudas multimillonarias para atender las necesidades de los inmigrantes que buscan refugios por múltiples causas.
Miembros poderosos de la ONU también suelen disponer de sumas astronómicas para formar coaliciones armadas que invaden países en conflicto, a veces en tiempo récord, como es el caso de la asistencia a Ucrania.
Sin embargo, para rescatar de la hambruna, el clima de violencia y la insalubridad a Haití, estas ayudas no han fluido pese a los incesantes reclamos de los haitianos para que la comunidad internacional los salve de la catástrofe.
Una medida de urgencia, que no tendría un costo tan elevado para los países llamados “Amigos de Haití” pudiera consistir en la concesión de refugio a un millón de haitianos, como primer paso para una estrategia de rescate de más largo alcance.
Se podrían repartir de esta manera: 500 mil para Estados Unidos;300 mil para Canadá y 200 mil para Francia, países que son más ricos y territorialmente más grandes que el nuestro, que ya ha dado acogida a millares de haitianos en su territorio.
Para facilitar esta acogida de refugiados, estos tres países cuentan con naves, aéreas y navales, y personal de apoyo suficiente que serían utilizados en un programa de evacuación inmediata.
Con un acuerdo de esta naturaleza, que enaltecería a la propia ONU y los países cooperantes, se le daría al mundo uno de los ejemplos más elocuentes de solidaridad y fraternidad humanitaria.
La obra humanitaria no se detendría ahí.
Se completaría con una asistencia adicional, a través de contribuciones especiales a la ONU, para una acción de carácter bélico que ponga fin de inmediato a la insurrección de las pandillas, causante de la muerte violenta de miles de ciudadanos haitianos.
Y, subsiguientemente, a un plan serio de estabilización de la economía, mediante un agresivo programa de producción alimentaria, reactivación industrial y fortalecimiento de las instituciones que sostienen un sistema democrático ya fenecido.