Lealtad a la Constitución
Con una fuerte zapata jurisprudencial cimentada en casi 12 años de labores, el Tribunal Constitucional acaba ser reconstituido con cinco nuevos miembros que reemplazarán a igual número de los magistrados fundadores.
Por sus perfiles académicos y su trayectoria en distintas cortes, los nuevos jueces llegan con un buen legado de realizaciones profesionales, las que sirvieron de base al Consejo Nacional de la Magistratura para designarlos.
Como presidente del tribunal fue escogido por unanimidad el doctor Napoleón Estévez Lavandier, junto a los juristas Fidias Federico Aristy Payano, Amaury Amílcar Reyes Torres, Sonia Argentina Díaz Inoa y Army Esperanza Ferreira Reyes, para un ejercicio de nueve años.
También se escogieron al primero y al segundo sustituto del presidente, los abogados Miguel Aníbal Valera y Eunice Vásquez Acosta, respectivamente.
Esta selección fue precedida de muchas expectativas. Y, al cristalizarse, ha sido saludada ampliamente por distintos sectores de la sociedad.
El CNM cumplió con su principal y crucial responsabilidad eligiendo los mejores relevos de unos magistrados que sentaron ejemplo de integridad, independencia y autonomía, aparte de coraje y responsabilidad.
Ahora los relevos tienen que demostrar ante la sociedad que los apoya que su principal lealtad es a la Constitución, por encima de todo.
Al margen de los criterios y posturas que los magistrados electos hayan sostenido en el pasado, su irrenunciable e indoblegable deber es ser los custodios de la Constitución, no palancas de intereses vinculados a partidos políticos, empresariales o grupos extra nacionales.
Esa es la misión y las potestades que tiene el Tribunal Constitucional: garantizar la supremacía de la Carta Magna, defender el orden constitucional y la protección de los derechos fundamentales.
Con este marco o blindaje, nadie en ese alto tribunal puede proceder al margen de estos mandatos ni pasar por alto su carácter de corte autónoma de los poderes públicos y los demás órganos del Estado.
Pese a las presiones, públicas o veladas, que a menudo se vuelcan sobre él para intentar ajustes, reformas o interpretaciones interesadas a los cánones constitucionales y al Estado social y democrático de derecho, hasta ahora el TC ha salido incólume frente a ellas.
Como guardianes de la Constitución, uno de los deberes fundamentales de los jueces es hacer valer, entre otros derechos esenciales, el derecho a la vida.
El legado jurisprudencial que ha plasmado el TC bajo la primera presidencia del doctor Milton Ray Guevara y los demás magistrados, es un pilar robusto que ha fortalecido la majestad, autoridad y legitimidad de esa alta corte, merecedora de la confianza nacional.