Cierre total de la frontera, sin condiciones

El cierre total de la frontera no debe estar supeditado a la suspensión de los trabajos de canalización del rio Masacre.

Ese es un trabajo que, como ha reconocido el presidente Luis Abinader, no lo promueve el gobierno haitiano, sino grupos incontrolables.

En todo caso, este es un elemento coyuntural.

Lo que pone en peligro la seguridad nacional es el intenso nivel de la guerra intestina entre bandas armadas y un gobierno de facto, cada vez más aislado y repudiado.

Las consecuencias de este cuadro de violencia, muerte, secuestros, inestabilidad, ingobernabilidad y masiva inmigración ilegal, las estamos sintiendo, profundamente, desde hace dos años.

Y lo previsible es que, mientras se busca la alternativa de shock con la intervención de una fuerza armada multinacional, la huida hacia este país de haitianos desesperados se intensificará.

Se incrementará la presión de los que quieren entrar ilegalmente, algo ahora fácil y fluido por la complicidad de los poderosos traficantes y algunos militares o autoridades que custodian la frontera.

No hay, ni habrá, por tanto, clima apropiado para la coexistencia humana entre dominicanos y haitianos en medio de la crisis, aún si intervinieran tropas extranjeras.

Esas tropas necesitarán de espacios seguros en la República Dominicana, como campamentos, hospitales de campaña y resguardo de provisiones y equipos, generando un estado de permanente alerta a uno y otro lado de la línea divisoria.

Cerrar ahora las fronteras, de modo total, es una medida de mayor prevención para alcanzar el objetivo crucial, que es la seguridad nacional, y que va más allá del conflicto episódico del canal.

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