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editorial

La Fuerza de Tarea entra en acción

El despliegue de tropas combinadas de la Policía y las Fuerzas Armadas ha sido la respuesta necesaria contra la escalada de episodios de delincuencia y criminalidad que han intranquilizado al país.

Las acciones de esta fuerza de tarea se enfocan en la vigilancia continua de los sectores más vulnerables al bandidaje y más allá, a toda hora del día.

También, en la búsqueda y apresamiento de personajes fichados, varios de los cuales han sido abatidos a balazos en reyertas callejeras con la autoridad.

Decenas de prófugos se han entregado a la Policía, para evitar que les den de baja en la persecución.

Restablecer el ambiente de seguridad ciudadana y de tranquilidad en los principales centros urbanos requiere de mano fuerte, consistente patrullaje y solución de problemas elementales que padecen los sectores donde principalmente se anidan los delincuentes.

Desde que el presidente Luis Abinader tomó control directo de la estrategia de seguridad ciudadana, los delincuentes han sentido que la autoridad le pisa los talones y, en su defensiva, buscan agazaparse en la esperanza de que luego habrá una pausa, como ha sucedido en otras ocasiones.

Aún bajo el peso de la acción policiaca-militar actual, muchos de ellos, sobre todo los vinculados a pandillas barriales y al microtráfico de drogas, siguen desafiando la ley y la autoridad.

Los índices de criminalidad han ido a la baja desde el momento en que se emprendió esta lucha frontal, según las estadísticas que cada semana difunde la Policía Nacional.

Los decomisos de drogas en barrios se han intensificado; los arrestos y repatriación de ilegales haitianos por igual, así como el número y frecuencia de allanamientos de casas y negocios en la búsqueda de delincuentes.

Si la sociedad aspira a vivir en paz y seguridad ciudadana debe comprender que el desafío de la delincuencia sigue siendo persistente y que, como hidra de siete cabezas, tiene capacidad de resistir y reproducirse.

Por lo tanto, es indispensable que se mantenga este estado de vigilancia y control para neutralizar a las ratas delictivas que nos quieren sustraer el legítimo derecho a vivir y coexistir en paz y orden.