editorial

Otro destino para el 4%

Es tiempo ya de cambiar la fórmula de uso del 4% del Producto Interno Bruto que se dedica a la educación preuniversitaria.

Como la sociedad avanza y se acomoda a los nuevos paradigmas tecnológicos, el grueso de ese presupuesto multimillonario debe dirigirse a la formación de quienes serán los actores de ese proceso de futuro.

Hasta ahora, lo que se ha invertido es más espuma que chocolate.

Más infraestructuras que calidad educativa de los alumnos, lo que se refleja en el hecho de que a tantos años de este magno esfuerzo de inversión, nuestros alumnos ni siquiera han asimilado las enseñanzas básicas.

Derramar lágrimas sobre este fracaso no remediará sus penosas consecuencias.

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OTRO DESTINO PARA EL 4%


La apuesta presupuestal del 4% debe enfocarse en la formación de tecnólogos, desde los niveles básicos, sin descuidar por ello los valores humanísticos en una sociedad transformada por la automatización y subordinada a ella, inevitablemente.

De hecho, la educación básica está ya en la mira de los nuevos proyectos que se visualizan para aprovechar las maravillas de la Inteligencia Artificial.

Y mientras demos el apoyo suficiente a la formación de las nuevas generaciones, hay que enfatizar la reconversión de los liceos en politécnicos para salvar lo que sirve o es rescatable de la escuela actual.

Los institutos tecnológicos emblemáticos del país han demostrado que son capaces de dar un mejor uso y destino a la materia prima humana que se forma en sus aulas, en el aprendizaje, diseño y manejo de las tecnologías en boga.