Protejamos primero a los dominicanos

Más que a los haitianos ilegales, es a los dominicanos a quienes primero debe proteger nuestro gobierno de las distintas amenazas que penden sobre sus vidas, su salud y su seguridad.

Son los dominicanos los que están más expuestos a las ráfagas de la violencia que ensangrienta Haití y a todas las secuelas del estado de caos y hambre que asuela a ese país.

Son los dominicanos los que más pueden salir perjudicados si, por una incapacidad para restablecer el orden y la paz en Haití, sus desesperadas víctimas huyen hacia acá en busca de refugio, pasándole por encima a las leyes migratorias.

Son los dominicanos los que viven hoy atemorizados por los frecuentes asaltos, violaciones o asesinatos que están cometiendo haitianos desaprensivos en cualquier parte del país.

Son los dominicanos los que, en muchos vecindarios y pueblos, han perdido la cohesión social porque forzosamente tienen que compartir espacios con ilegales, sin identidad comprobable.

A quienes debe proteger el gobierno es a los dominicanos, los que han caído en la categoría de secundarios a la hora de recibir legítimamente atenciones médicas en los hospitales públicos, porque sus maternidades y salas de internamiento están ocupadas por haitianos que no pagan un centavo por esos servicios.

También, a los dominicanos que nacieron y habitan en la línea fronteriza que sufren a menudo del abigeato, los robos de motocicletas o daños a sus cultivos por intrusos haitianos que actúan a las sombras de la noche.

A quienes este gobierno debe proteger es a una ciudadanía angustiada por los altos costos de la energía eléctrica, la carestía de los productos básicos o por la inseguridad derivada de los actos delincuenciales.

Por cierto, muchos actos delictivos, como raptos, desapariciones, descuartizamientos y violaciones sexuales, obligan a las autoridades a definir si tienen un cordón umbilical con esos mismos episodios que hoy sufre el Haití caótico, característicos del modus operandi de sus pandillas armadas.

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