El danzón de los salarios

Desde marzo de 2020, el país, como el resto de las naciones en todos los continentes, ha vivido en una real situación de emergencia sanitaria.

Esta circunstancia ha afectado muy duramente las condiciones de vida de la gente.

La economía se frenó, se afectó la producción, el empleo se redujo y los ahorros e ingresos se tornaron insuficientes para satisfacer las necesidades elementales de la población.

A esos impactos terribles de la pandemia, se une desde febrero pasado el efecto de la guerra rusa en Ucrania.

Ese conflicto ha  agravado las dificultades económicas, con desabastecimiento, inflación e incertidumbre en los mercados.

Los gobiernos en todo el mundo  se han visto obligados a impulsar programas de asistencia social para los sectores más vulnerables.

Tratan de evitar, así,  que la clase media cayera en la condición de pobreza, y los pobres, en la pobreza extrema.

El gobierno dominicano ha acudido en auxilio de la gente más vulnerable y eso ha permitido que aun no tengamos un montón de personas hambrientas, que luego llenen los hospitales y los cementerios.

En estas condiciones especiales,  se impone  el ahorro público y particular, sin excesos en gastos y usando apropiadamente todo lo disponible para vivir con decencia. ¿Quién puede justificar que mientras vivimos en medio de estas limitaciones, conspicuos funcionarios se auto aumenten sus sueldos a niveles escandalosos?

Mientras el Presidente de la República y sus ministros ajustan sus niveles de vida a la dura realidad que se vive hoy,  funcionarios VIP se elevan sus sueldos como si el país y el mundo estuvieran bailando una bonanza sin igual.

Es injusto que mientras el común de la gente busca qué comer cada día, selectos funcionarios se acomoden sus salarios al danzón de los millones.

¡Sensatez,  por Dios!