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La crisis se puede llevar a muchos

La crisis energética y la inflación su­cedánea han puesto a tambalear gobiernos que parecían inconmovi­bles o aptos para dominarlas.

Especialmente en Europa, donde los últimos resultados de elecciones parciales han debilita­do liderazgos personales y partidarios provo­cando giros en los ejes del poder.

La popularidad, el carisma o las credenciales de mando que hayan ostentado algunos líde­res de gobiernos no sólo de Europa sino tam­bién de América Latina, no parecen factores su­ficientes para evitar el drenaje de sus bases de sustentación.

En Estados Unidos se percibe el fenómeno. Las encuestas que miden los niveles de satis­facción de los ciudadanos sobre el manejo de la inflación y la geopolítica en el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania reflejan un seve­ro quiebre en la aceptación de las políticas de la Administración Biden.

La perceptible división de esa sociedad tras los resultados de las elecciones presi­denciales de 2020 ha vuelto a ponerse al rojo vivo con la decisión de la Corte Su­prema de Justicia de revocar el derecho al aborto, y la del Congreso al aprobar una ley de control de armas.

Con una inflación galopante hasta ahora in­contenible, una incertidumbre generalizada so­bre el futuro de la seguridad alimenticia y los desafíos que plantea una pandemia del Covid todavía latente, los pueblos se resienten y pro­testan.

La capacidad de los gobiernos es cada vez más limitada para mantener el equilibrio del orden en esas sociedades.

Gobernantes llevados al poder en las olas de una gran popularidad también están pagando las consecuencias de la crisis, con pronuncia­das caídas en sus niveles de aprobación, no im­porta el sello ideológico (derecha o izquierda) con que cautivaron a las mayorías para llegar al poder.

The crisis can take many The energy crisis and the surrogate inflation have shaken governments that seemed immovable or capable of dominating them.

Especially in Europe, where the latest partial election results have weakened personal and partisan leadership, causing shifts in the axes of power.

The popularity, charisma or command credentials that some government leaders have shown, not only in Europe but also in Latin America, do not seem to be sufficient factors to prevent the drainage of their bases of support.

In the United States the phenomenon is perceived. Surveys measuring citizen satisfaction levels about the handling of inflation and geopolitics in the context of the war between Russia and Ukraine reflect a severe drain on acceptance of the Biden Administration's policies.

The perceptible division of that society after the results of the 2020 presidential elections has once again become red-hot with the decision of the Supreme Court of Justice to revoke the right to abortion and of Congress to approve a gun control law.

With galloping inflation hitherto uncontrollable, widespread uncertainty about the future of food security and the challenges posed by a still latent Covid pandemic, the people are resentful and protesting.

The capacity of governments is increasingly limited to maintain the balance of order in these societies.

Leaders brought to power in waves of great popularity are also paying the consequences of the crisis, with sharp drops in their approval levels, regardless of the ideological stamp (right or left) with which they captivated the majority to come to power.

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