EDITORIAL

A vivir con inflación

Si aprendimos a vivir bajo pandemia, así tendremos que hacerlo bajo un estado de inflación y, sin dudas, de escaseces, que es ahora el signo mayor de nuestros desafíos.

De nuevo, la mayor prioridad es asegurar la salud económica del país y proteger a la población, sobre todo a los menos pudientes, de los embates de esta crisis de abastecimientos, altos precios e inestabilidad.

Aprender a vivir con inflación supone asumir, para el gobierno, políticas de austeridad y racionalización en el gasto público y, para los ciudadanos, corresponder a la estrategia con hábitos propios de una economía de guerra.

Son ya percibidos los efectos directos de la actual confrontación bélica entre Rusia y Ucrania, como los cortes de flujos de turismo, comercio y transacciones financieras, y los que a largo plazo se sentirán producto del desajuste y de los cursos que tome esta guerra.

Hay que esperar que muchos proyectos concebidos para la recuperación nacional tras la pandemia se demoren o reprogramen bajo premisas diferentes, a fin de concentrar las energías del país en la lucha prioritaria e ineludible contra la inflación.

No hay tiempo para el dispendio, sino para multiplicar la inversión en la producción agropecuaria, que es la fuente que nos garantizaría la alimentación, y para asegurar una cadena de comercialización menos sometida a los abusos del acaparamiento y el sobreprecio.

En tiempos como estos, muy difíciles, la salud general y sobre todo la mental, demandan una esmerada atención por parte del gobierno, porque a nadie escapa que estas nuevas realidades tienden a quebrar estados de ánimo, a debilitar nuestra resiliencia y a generar desasosiegos y desesperanzas.

To live with inflation

If we learned to live under a pandemic, so we will have to do so under a state of inflation and, without a doubt, scarcity, which is now the greatest sign of our challenges.

Once again, the highest priority is to ensure the economic health of the country and protect the population, especially the less wealthy, from the ravages of this supply crisis, high prices and instability.

Learning to live with inflation means assuming, for the government, policies of austerity and rationalization in public spending and, for citizens, corresponding to the strategy with habits typical of a war economy.

The direct effects of the current military confrontation between Russia and Ukraine are already perceived, such as the cuts in the flow of tourism, trade and financial transactions, and those that will be felt in the long term as a result of the imbalance and the courses that this war takes.

It is to be expected that many projects conceived for the national recovery after the pandemic will be delayed or rescheduled under different premises, in order to concentrate the country's energies on the priority and unavoidable fight against inflation.

There is no time for waste, but to multiply investment in agricultural production, which is the source that would guarantee us food, and to ensure a marketing chain less subject to the abuses of hoarding and overpricing.

In very difficult times like these, general health and especially mental health, demand careful attention from the government, because no one escapes the fact that these new realities tend to break moods, weaken our resilience and generate restlessness and despair.

Tags relacionados