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Preparémonos para lo peor

El coronavirus ha enfermado a más de 100,000 personas en todo el mundo en apenas dos meses y su expansión sigue siendo rápida e incontenible por el momento y no existen vacunas ni remedios milagrosos a la vista.

Sin ánimo de sembrar miedos, las estadísticas oficiales que difunde la Organización Mundial de la Salud inducen a ver el problema en sus dimensiones más ominosas, como ya parecen percibirlo las naciones que están aprobando multimillonarias sumas de dinero para enfrentar el brote.

Los casos positivos se multiplican velozmente y las muertes también. No en vano se están adoptando en el mundo medidas y precauciones jamás vistas para encarar epidemias, y los dominicanos no podemos estar ajenos a ellas.

El catálogo de medidas que ha ordenado observar y cumplir el Ministerio de Salud Pública a empresas y personas es una prueba elocuente del nivel del blindaje sanitario que estamos obligados a imponer para, en el mejor de los casos, minimizar los daños.

Buena parte de la población dominicana es más vulnerable al contagio y a sucumbir frente al virus porque adolece de enfermedades o complicaciones que se agravarían si es alcanzada por este nuevo patógeno, que ya ha matado a 3.456 personas en el mundo.

Los afectados por asma u otras dificultades respiratorias, los hipertensos, diabéticos y pacientes cardiovasculares tienen que fortalecer sus medidas de protección, de manera especial, mientras el resto de la población asume las propias con más higiene, lavándose las manos sistemáticamente y limpiando superficies y objetos que pudieren estar impregnados de las esporas del virus.

Como el coronavirus ha alcanzado prevalencia global, dejando en pocos días pérdidas incalculables a la economía mundial, parálisis del tránsito y transporte de ciudadanos y mercancías, cierre de escuelas, universidades y hasta ciudades completas, su sesgo catastrófico no tiene parangón en la historia moderna.

Mientras esperamos lo mejor de la ciencia para contener la mortífera epidemia, que no es una simple e inocua gripe, preparémonos para lo peor con la fe en alto en nuestro Creador y con la decidida voluntad de cumplir todas las normas de higiene y protección que nos han recomendado las autoridades de Salud Pública, sin caer en pánico.

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