A ver si así se atreverán
A menudo nos encontramos con individuos que han sido condenados por los tribunales más de cinco o siete veces, teniendo un largo prontuario de delitos.
Sentencias con penas máximas de 30 años a varios acusados de feminicidios y otros homicidios han sido dictadas últimamente por varios tribunales, dando la tónica de lo que debe ser la respuesta de la sociedad ante esta hemorragia de abusos y asesinatos contra mujeres. Hay gente que cree que endureciendo las penas no se persuade a los criminales, pero en la medida que los tribunales sigan mandando estas señales de firmeza es bastante probable que los potenciales feminicidas lo piensen dos veces antes de aventurarse a un crimen. En los últimos tiempos y pese al auge de la criminalidad, los castigos penales no solían alcanzar estos topes de años en prisión que son, mínimamente, a falta de un período más largo que este, los que caben frente a la atrocidad de un homicidio contra quien sea. Lo que se ha visto aquí, sobre todo desde que entró en vigencia el Código Procesal Penal, es que los asesinos, los atracadores, los antisociales y todos aquellos de la misma laya, apenas cumplen penas pequeñas o medidas de coerción tan blanditas que por su mente jamás pasaría el renunciar al delito ni a su reincidencia. La reincidencia ha sido tal que a menudo nos encontramos con individuos que han sido condenados por los tribunales más de cinco o siete veces, teniendo un largo prontuario de delitos, y en cualquier día aparecen involucrados en otros homicidios, porque no hay castigos fuertes para ellos. Pero con una justicia cuyos tribunales se muestren menos indulgentes y más severos, siempre dentro del espíritu de lo justo, las cosas de seguro cambiarán. Y si la sociedad cuenta con esta herramienta legal para la disuasión, no debe escatimar nada para usarla y hacerla caer con todo el rigor contra aquellos que quitan alegremente la vida de otra persona, y más si lo hacen por motivos de celos, machismo, o por puro capricho criminal.