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La mujer dominicana será clave para una recuperación económica sostenible e inclusiva

La pandemia ha impactado de manera desproporcionada a las mujeres. Hoy más que nunca nuestros esfuerzos deben estar encaminados a incentivar una recuperación económica duradera, que permita a las dominicanas alcanzar plenamente sus objetivos personales y profesionales.

Si bien la participación de la mujer en la fuerza laboral había aumentado lentamente en América Latina y el Caribe, el COVID-19 provocó una fuerte reversión. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), se calcula que, en el país, durante el 2020, se perdieron alrededor de medio millón de empleos femeninos. De acuerdo con los datos publicados, la desocupación y fuerza de trabajo potencial para el tercer trimestre del 2020, aumentó 7.6 puntos porcentuales para las mujeres y 3.6 para los hombres, situando la desocupación ampliada femenina en un 25.4 %, mientras que para los hombres fue en un 10.2 %.

Las micro y pequeñas (MYPES) empresas lideradas por mujeres, las cuáles en su gran mayoría se ubican en los sectores más golpeados por la pandemia, han incrementado su tasa de morosidad a un ritmo superior, lo que evidencia los desafíos que están enfrentando en estos momentos.

Incluso antes de la pandemia, el hecho de no atender plenamente el capital humano femenino estaba generando costos económicos devastadores. El FMI ha estimado que el PIB sería un 22,5% mayor si la región cerrara la brecha de género en su fuerza laboral.

Como en otras partes del mundo, las mujeres de la región están decididas a trabajar, estudiar y mejorar sus condiciones, pero su potencial se ve limitado por regulaciones laborales rígidas, falta de acceso al crédito y, por supuesto, opciones limitadas de capacitación.

Las expectativas sociales sobre sus responsabilidades domésticas le imponen una enorme carga: en promedio, las mujeres, todavía dedican tres veces más tiempo que los hombres a las tareas domésticas y al cuidado de niños, adultos mayores y dependientes, incluso cuando tienen trabajos fuera del hogar.

Para aumentar la igualdad de acceso a oportunidades económicas se requieren prácticas empresariales inclusivas, políticas públicas inteligentes y una mayor articulación entre los actores de los sectores público y privado. Y, por supuesto, seguir impulsando políticas que fomenten una distribución equitativa del trabajo doméstico y brinden atención asequible y accesible a los dependientes.

Varios países aprobaron leyes de teletrabajo durante la pandemia, y millones de trabajadores pudieron teletrabajar desde sus hogares. Sin embargo, los horarios de trabajo flexibles, la licencia de paternidad extendida y el cuidado infantil subsidiado, de alta calidad, son todavía historias de éxito demasiado escasas en la región.

Es fundamental desarrollar herramientas e incentivos que permitan acompañar y focalizar la recuperación económica y la transformación de las MYPES lideradas por mujeres, facilitando el acceso al crédito y estableciendo incentivos a la contratación de mujeres, y ofreciendo permanentemente oportunidades de tutoría, coaching y formación en el trabajo.

Es hora también de ampliar enormemente el acceso, la calidad y la cantidad de alternativas de formación laboral y técnico profesional de las mujeres. La pandemia ha alterado profundamente el mercado laboral, otorgando una prima aún mayor a las competencias digitales y haciendo una realidad los trabajos del futuro.

Si bien las mujeres en la región representan el 60% de los graduados de programas terciarios y universitarios, solo el 30% son graduadas en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Las niñas también van a la zaga de sus pares en la obtención de habilidades digitales necesarias para ser económicamente activas, independientes y exitosas en todos los sectores.

Este conjunto de acciones y medidas tienen el potencial de construir y liberar el talento y la energía y capacidades de las mujeres dominicanas justo cuando el país más lo necesita, para alcanzar una recuperación económica sostenible e inclusiva.

Miguel Coronado Hunter, representante del Grupo BID en República Dominicana.

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