Lo perdieron todo y ahora no tienen nada para la Nochebuena
Allí, no hay decoraciones vistosas ni destellos brillantes. Sin embargo, los niños, con su inocencia, ven los diminutos agujeros en el techo de zinc como si fueran estrellas parpadeantes, convirtiéndolos en su propia decoración festiva. Lo cierto es que sólo está el anhelo en sus ojos por un momento de alegría que se desvanece ante la crudeza de su realidad.