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La hora del café

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Desde niño tomo café. Al ver siempre a mis padres sentados en la mesa con las tazas de café, dialogando amenamente después de comer o rápido antes de partir al trabajo, me pareció un momento importante del que yo debía participar y el hecho innegable de que en mi casa se tomara café religiosamente en la mañana, tras el desayuno y después de comer o antes de partir al trabajo en las tardes, me provocó mucha curiosidad y deseo de probar aquel líquido oscuro y caliente.

Es uno de mis recuerdos más ancianos, pienso en mi difunto padre quien un buen día y siendo yo aún un niño, me ofreció un sorbo de su café y para qué negarlo, de inmediato me fascinó. Recuerdo que a partir de entonces yo esperaba siempre que mi padre me ofreciera ese ansiado sorbo y si en ese momento había visitas, algún amigo o allegado a la familia, yo me exponía aún más, pues eso me hacía sentir como los grandes o sea adulto.

-¿Y ya Homerito bebe café? -decía quien estuviera compartiendo el aromático fruto con mis padres en ese momento, a lo que mi madre respondía:

-Tu sabes, privando en grande.

A la hora que sea, la hora del café es un momento en que se dialoga brevemente o con familiaridad, ya sea en la casa, en una oficina o en un carro, más urgido todo el mundo, cada quien en su lugar y muchas veces servidos de termos y en vasitos de plásticos, pero sea como sea es la hora estelar. Mi abuela materna, Mamaniña decía:

-No hay nada más sabroso que un cafecito bien chismeado.

Siempre da un toque de atención la hora del café, ya sea por el efecto del mismo, pues a fin de cuentas es un narcótico, o por la hora en que se toma, pero lo cierto es que siempre he imaginado que alguien lanza al aire un tiro de salva, para anunciar la hora de tomarlo, cuestión de que no se pase.

Podrán decir lo que quieran, pero yo he visto a muchos despertar después de una gran parranda, gracias a un buen café, pero mi difunto tío Julito, siempre que iba a trabajar al campo, se llevaba una botella de ron llena de café. Yo era un niño cuando lo vi beber café de la botella de ron y al no entender miré a mi padre, quien me dijo:

-Muchacho, así es tu tío Julito. Y sí, está bebiendo café de la botella de ron, la usa como termo. Estos recuerdos de mi tío, me permitieron escribir esto.

Un Pumarol

  1. Siempre recuerdo a mi tío Julito
  2. bebiendo café de la botella de ron
  3. y bebiendo ron de donde sea
  4. siempre puntual como suizo reloj
  5. en eso de beber
  6. café de la botella de ron
  7. y ron de donde sea
  1. Tenía un dedo sin nervio
  2. en el que no sentía
  3. y galopaba sobre hermosos e indomables caballos
  4. y al otro día señalaba borracho a la luna
  5. o a cualquier otra cosa
  6. y decía: -A esa la monté yo,
  7. sabe’ que no es fácil ser Pumarol,
  8. pero a esa, a esa la monté yo.
  1. Y el café bajando de la botella de ron
  2. y el ron subiendo y mi tío galopando
  3. y aunque yo no monto caballos ni bebo ron tan bien
  4. como lo hacía mi tío Julito o mi tío José,
  5. que también bebía ron y montaba caballos como el diablo,
  6. yo no puedo negar que tengo algo de natural talento
  7. para ambas cosas. Como muy bien decía tío Julito:
  8. -Eso ’ta en la sangre, es un Pumarol.
  9. Y mi papá decía: -Ya comenzó Julito.

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