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Mis alumnos y su 2024

Mi padre me dijo: “cada persona tiene una historia y la fuerza de su relato radica en que se encuentra en el camino de la vida con otras similares y hacen comunidad”. Pedí a mis alumnos de la universidad que me escribieran sobre su vida en estos 12 meses. La idea era poder leerlos y comprender sus voces. Al final, en eso radica la mística del aula, en la capacidad de aprender los unos de los otros. Seleccioné algunos para compartir con ustedes. Acá le va el de Jacob Guzman.

“Todo ha sido un desorden, pero bello. Hay tantas maneras de narrar lo que me ocurrió en el 2024, y ninguna es incorrecta. Aunque esto no se publique le agradezco profesor pues, ¡qué interesante es tener la oportunidad de escribir sobre lo que me ha pasado este año! El más hermoso de los vividos durante mi adolescencia.

En enero todavía estaba en la escuela. Un lugar muy particular debido a la manera en la que nos guían y motivan a crecer. Durante los últimos tiempos, junto a mis compañeros de clase, hemos desarrollado una unión, mediante fiestas y viajes peculiares a distintos lugares que no tengo otra manera de catalogar como hermandad.

Releyendo lo anterior, mi pesimismo me dice que estoy escribiendo de manera muy optimista, (algo que realmente no suelo hacer) pero sinceramente, si pienso profundamente sobre todo lo que viví hasta diciembre, creo que mi vida merece que la trate con el debido respeto. Como si fuera una obra de arte altamente codiciada.

El 2024 lo basé constantemente en vivir en el presente (cosa que olvido frecuentemente), pues normalmente me acostumbro a vivir para lo que será mi futuro y lo que piensen los demás. Me permití conocer muchas personas nuevas y fue tan inesperado sentirme en sintonía con otros cuando muchas veces me siento tan solo. De esas pequeñas chispas de conversación, surgían amistades y experiencias que viviríamos después, y que ahora son muy valiosas.

Hubo también momentos dolorosos, debido a que suelo ser muy consciente de mis actos y de lo que me rodea. Todo fracaso en la adolescencia tiene un sentimiento expansivo, como si se acercara una muerte, un fin. Piensas que cada día que pasa estás más cerca a la fecha límite, aunque no llego a 20 años. Cosas como no poder ver a mis amigos diariamente por pasar de la escuela a la universidad me parecen apocalípticas. Después de agosto nos veríamos cada 6 meses o más y ese dolor muerde la alegría de estar en “un nivel superior”. Esta realidad me hizo vivir cada momento al 100%, como si un tipo de muerte existencial me persiguiera. Algo que define a nuestra generación es que deseamos ser protagonistas, pero no sabemos de qué.

Cuando lea esto en un futuro, lo haré agradecido. Pues me di la oportunidad de escribir sobre mi año. Y mientras lo hago, recordaré los vínculos y momentos vividos. Recordaré que esto lo viví yo, y que fui lo más honesto posible, y que en eso, también hay felicidad”.

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