Las alegorías de José Gorostiza

Los centros magnéticos de la poesía de José Gorostiza Alcalá nos permiten adentrarnos en sus altos tonos, que expresan la intensidad del lenguaje a través de una dialéctica intelectual, relacionada con la escritura automática. Lo específico, por su profundidad inventiva, otorga a la creación intelectual y teórica una proyección en todos los campos del conocimiento, generando un vértigo de impronta y primicia en el contexto interpretativo.

Los vínculos intelectuales y la historiografía se convierten en una estructura de invención arquitectónica, generando entusiasmo y efectos desde una perspectiva que condiciona la estética y la génesis del discurso poético. Esto nos recuerda a T. S. Eliot, Octavio Paz, Paul Éluard, Vicente Huidobro y César Vallejo.

La unicidad de este discurso tiende a priorizar las formas orgánicas en el plano intelectual, destacando variables escriturales que iluminan sus versos, como se puede observar en uno de los poemas de su libro Muerte sin fin, publicado en 1939. En este poema, el silencio invade la vehemencia de la memoria, ya que Gorostiza, como escritor, ensayista y poeta, creaba un espejo intelectual que permitía un quehacer riguroso y experimental.

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