El último emperador

La cultura China es de las más antiguas y complejas del mundo. Un país que abarca una gran extensión de territorio y una gran variedad de costumbres y tradiciones entre sus provincias, lo ‘ hace interesante. Es, y al parecer ha sido, el país con más población del planeta tierra lo que ha llevado que su cultura se mantenga a través del tiempo y que sea visto con ojos de misterio por Occidente. Entre su cultura se encuentra la tradición de la monarquía que, según algunos historiadores, consideran la dinastía Xia como la primera desde hace más de mil años antes de Cristo. Luego, siguen una serie de dinastías tales como: Qin, Han, Tang, Ming, hasta que gobernó, como último emperador, Pu Yi que proviene de la dinastía Qing.

En base a la autobiografía del mismo Emperador, el director italiano Bernardo Bertolucci se interesa en esta historia y la lleva a la pantalla en el año 1987. Nos ofrece una película con grado de majestuosidad y una dirección artística que bordea la perfección.

La cinta comienza en Manchuria en 1950 cuando un hombre trata de suicidarse. Luego, hay un salto en el tiempo a la inversa, específicamente hasta el 1908, cuando un niño de nombre Pu Yi de tres años de edad, es arrebatado de los brazos de su madre y es coronado Emperador. convirtiéndose en “ el hombre de los diez mil años” y en el “ hijo del cielo”. Es un niño solitario que va creciendo dentro del Palacio (Ciudad Prohibida) y que está condenado a no salir de ahí. Afuera, se dan una serie de acontecimientos como la instauración de la República por lo que tuvo que abdicar en 1912 aunque le fue permitido vivir en la Ciudad Prohibida. En un período de confusión se restaura la monarquía en el 1917; pero solamente duró 12 días.

En el 1924 es expulsado de la Ciudad Prohibida y refugiarse en una colonia japonesa. Cuando Japón invade a Manchurria y fundan el estado de Manchukuo ponen al frente a Pu Yi como Emperador; pero sin poderes algunos. Fue entronizado de nuevo en el 1934 por tercera vez en su vida. Luego, llega el triunfo de la Revolución Maoísta y Pu Yi es encarcelado y reeducado bajo el nuevo sistema para que pudiera comprender la nueva realidad social. Es liberado en el 1959 y pasa a trabajar en el Jardín Botánico de Pekín hasta el 1963.

Esta película fue nominada a nueve Premios Oscar y ganó en todas las categorías a las que fue nominada incluyendo de Mejor Película. Y no es para menos. Bertolucci reconstruye decorados majestuosos y una fotografía excelente de Vittorio Storarom mancomunado con una edición de Gabriella Cristiani. Todo eso convierte el filme en emblemático por su trama y puesta en escena.

Ver a través de los años, cómo una figura idolatrada llega a ser un títere de las circunstancias que le ha tocado vivir en un mundo que no es el de sus antepasados. Las actuaciones son excelentes empezando por John Lone en el papel del emperador y de la actriz Joan Chen en el papel de su pareja. Peter O’Toole es el ayo que se encarga de enseñar y educar a su majestad y, como siempre, está muy bien en su personaje. Es una película con escenarios y colores estupendos.

Fue una vida difícil y cruda para un hombre que vino a reinar, cargado de mucha soledad. Esa soledad que muchas veces nos puede llevar a la depresión o a trastornos de ansiedad que enferman cuerpo y alma. Es así, como termina El Último Emperador, enfermo de cáncer y muere en el 1967 a la edad de 61 años.

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