VIDA ENTRE LETRAS

Música en los hoteles

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Sarah Leyla PuelloSanto Domingo

El proverbio inglés lo dijo muy claramente: “no hay lugar como el hogar”. Y por ser proverbio, la frase es universal y adaptable: cada uno puede añadir al final su propio complemento de propósito – “no hay lugar como el hogar para hacer una fiesta”, “no hay lugar como el hogar para descansar”, “no hay lugar como el hogar para [inserte usted su opción personal]”. La lista puede llegar a ser infinita e irrepetible.

En mi caso, a veces me siento como chapada a la antigua: “no hay lugar como el hogar para escribir”. Es una cuestión de comodidad física y mental. En mi escritorio tengo mi computadora y mis libros. Tomo mi café y sé que el silencio suena en mi corazón como música. Así le sonaba también a Coleridge. En mi espacio de trabajo conozco mis distracciones y sé como vencerlas. Puedo organizar mis actividades rutinarias – como esta columna.

Sin embargo, como dice la escritora británica Monica Ali, vivimos en una época de transitoriedad y desarraigo, en la cual se premia la capacidad de adaptación y el multifacetismo. Los empresarios trabajan mientras se desplazan, leemos mientras nos ejercitamos y comemos mientras contestamos el correo electrónico en nuestro organizador personal. A pesar de entender mi fragmentación y la de mis demás compatriotas modernos, la escritura siempre había sido mi refugio intocable.

Cuento ahora lo que sucedió cuando el vagabundeo veraniego me sacó de mi ‘hogar’: como me lo supuse a mí misma – perdición total. Sentí que me dejaba la inspiración. Las ideas seguían en su lugar pero de repente sin mi espacio había perdido –pensé—mi modo de narrarlas.

Andaba de ciudad en ciudad, y por ende de hotel en hotel, viviendo el sueño del viaje moderno: bueno y barato. Pero en esta ciudad en la que me encuentro mientras escribo, por casualidad me enteré de que me estaba alojando en un hotel nuevo, recién inaugurado, donde nadie había dormido, excepto yo. Y entonces pensé en todas las historias que han nacido en los hoteles. Monica Ali, al hablar de su próxima novela “In the kitchen” (‘En la cocina’), asegura que los hoteles son microcosmos de la sociedad, donde pueden nacer vastos universos, laberintos de historias donde se mezclan a la vez lo completamente mundano como lo más sórdido, lo cruel con lo misterioso, lo aventurero con lo orgánico. Pensé en Hemingway y su vida en el Hotel Ambos Mundos de la Habana, en las vidas que han comenzado y terminado en los cuartos de hotel.

El azar había querido que yo me hospedara en una página en blanco. En esta columna se escriben las primeras lineas de la historia de la habitación 401. Sentí mi hogar instalarse debajo de mis pies y el silencio cantar como música en mi corazón.

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