Letras y cine
El universo creativo de Jimmy Sierra
Con Idolatría estamos frente a una novela vasta. Su territorio se sitúa en la línea fronteriza entre el realismo mágico y lo real maravilloso. Apuesta por relatar desde afuera los hechos de tradición mágico-religiosos para luego, ya al final, estos descansen sobre los hombros de un narrador que pasa de homodiegético a autodiegético. Es este cambio de focalización donde se desdibuja la línea que separa lo real maravilloso del realismo mágico.
Pero la riqueza de esta novela no radica en establecer un punto de quiebre entre dos movimientos cumbres de la historia de la narrativa hispanoamericana, sino en las inmensas posibilidades de lectura de las que el lector puede servirse opíparamente. En esta ocasión, y por hacerle justicia al único número que aparece escrito arábigamente, señalo 13 enfoques desde los cuáles se pudiera analizar minuciosamente esta historia donde el mito, la leyenda y la realidad danzan al ritmo de la cultura popular dominicana.
La primera es la del mito, ver las trece maldiciones como la materialización de una profecía. La premonición de un iluminado. La segunda, como el contraste y el sincretismo planteado entre el vudú y el cristianismo. La tercera desde la presencia de Luis Días como un personaje de estadía y de tránsito donde se sintetiza de principio a fin toda una historia de intercambios entre lo terrenal y lo divino. La cuarta, es la conversión de Catalino Mesa a Gatagás, un personaje que evoluciona de un extraño talento para engañar vivos a ser el heredero del poder de la entidad divina El más grande. La quinta, puede ser una lectura desde la religiosidad popular como instrumento del nacionalismo, puesto que en hay un momento en el que la novela presenta la dualidad antagónica entre el liborismo como lo extranjero, lo otro y el catolicismo como lo nacional y oficial.
Una sexta perspectiva desde podemos abordar esta especie de larga epístola del autor a Teófilo, establecer hasta dónde Teófilo es un narratario natural o es coautor de la novela. La séptima, es la del diálogo de los personajes femeninos con los grandes personajes femeninos de la historia de la literatura universal Bibiana, entre Penélope y María Magdalena, y Marcela del Quijote, Remedios la bella. Una octava, lectura es la de mirar esta novela como diría Vargas Llosa que hay leer a Cien años de soledad como una novela que se agota en sí misma, termina todo lo que comienza sin posibilidad alguna de una continuidad posterior. Una novena lectura es considerarla solo a partir y a través de sus referentes, Edipo, La Odisea y La divina comedia.
La décima es leerla a partir del humor, el hecho por ejemplo de que Gatagás, siendo vegetariano en público, fuera un demandante comensal de delicias carnívoras.