Narradores

“Yo no la elegí literatura, ella me eligió a mí”

Héctor Santana es escritor y maestro, ha sido galardonado con el premio de poesía del Primer Certamen para talleristas.

La literatura es el arte de producir belleza con las palabras, por tanto, todo aquel que se dedica a ella es un artista. Muchos dicen que se nace con la vena de escritor, otros afirman que se hace con la práctica, por un verso popular que declama que “A escribir se aprende escribiendo”. Héctor Santana, miembro del Taller de Narradores de Santo Domingo, se inclina mejor por pensar que la literatura lo seleccionó desde que era un niño. “En mi infancia mi madre me llevaba a unas reuniones de adultos donde se interpretaban pasajes bíblicos, en ese lugar fui dando mi percepción de las cosas, y vi como tenía luz lo que decía, porque los mayores se interesaban”. Se volvió a encontrar con las letras a los ocho años cuando una tía le regaló, el que todavía hoy es su libro preferido. “Don Quijote de la Mancha”, tesoro fundamental para una persona que se aprecia de hablar el idioma. Quien no lo ha leído, no puede hablar correctamente el español. ¿Cuál es su único problema?- se pregunta y se responde con la misma expresión calmada- que solicita mucho del lector, y al lector actual no le gusta la lectura que demande tiempo y compromiso”. A partir de ese enganche con la literatura, empezó a buscar una cercanía con el mundo literario, “pertenecí a grupos culturales, tanto así que estudié Educación, mención Filosofía y Letras”, dijo. Dos vocaciones unidas“La educación y la literatura deben ir de la mano, son como la espada que tiene la empuñadura y el filo, no se pueden separar”. Cambia el semblante al buscar el detonante que los separa, y expresa: “El dilema fundamental del país es que muchos de nosotros, los maestros de español, no hacemos vida común con la literatura, no creo que sea posible que usted sea profesor de español si no escribe”. “Otra cosa es que aquí no nos enseñan a escribir, normalmente lo relacionamos con un acto inmediatista, y no es así. Escribir es un proceso, constituye pasos”, añade. Santana, quien es docente en la Universidad Iberoamericana (UNIBE), manifiesta que hace falta más escritura creativa en las casas de estudio, “en mis clases comenzamos con 5 minutos para escribir, usamos una frase detonadora, y a partir de ahí escribimos todos, estudiantes y maestro”, sonríe y luego confiesa que al principio los estudiantes no se sienten cómodos, pero que a la cuarta o quinta semana se pelean por leer sus escritos dentro del aula. “En este ejercicio no valen las faltas ortográficas, ni coherencia, ni nada. Es el producto de un momento de creación. Es expresar en el papel lo que sentimos en el momento”. Físico vs digitalA la pregunta cliché que si el libro físico llegará a encontrarse solo en museos, Héctor Santana argumenta que esas ideas apocalípticas sobre el libro son solo ideas. “Cuando salió el cine, la televisión iba a desaparecer, y conviven de lo mejor. El libro ha perdurado toda la vida, yo tengo libros electrónicos, pero indudablemente siento placer cuando tengo un libro, desde su portada, ojearlo, el olor a tinta no tiene comparación”. El autor de “Poesía práctica”, “Por los caminos del ensayo” y “Antología de escritura súbita” entiende que leer de manera electrónica es rígido y que tiene una dinámica diferente y, además, es una herramienta necesaria, “Ellos van a convivir, porque el libro nunca dejará de ser un objeto culto importante para la sociedad”. Método literarioAl determinar su estilo apunta que no tiene una forma lineal para escribir, aunque le gusta resaltar elementos culturales que han sido olvidados en la sociedad, pero se define como un escritor poco complaciente. “Yo exijo mucho de mis lectores, porque cada centímetro, milímetro, palabra y fonema que coloco en una obra tiene una razón, trato de que sea un bloque complejo de cosas, que lo marque y que necesite su atención”. Cuando se trata de escribir, asegura: “Nada de lo que me pasa alrededor me es indiferente como escritor, cualquier cosa puede ser un tema”. Dice que el tiempo para leer lo inventa, “ando con un libro en la mano, cada momento de necedad que encuentre lo calmo con la lectura. Se puede estar desplomando el mundo y yo leyendo”. “La lectura es una trampa, cuando leemos nos embarazamos, y la forma de desembarazarnos es al escribir. Un buen escritor debe ser un buen lector”, insiste con una determinación incansable y aún atrapado en su amor por la literatura, aquella que un día lo encontró.

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