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RELIGIOSIDAD POPULAR

Vudú dominicano

SE CELEBRA A ESTE "LUÁ" EL DÍA DEL SANTO CATÓLICO CARLOS BORROMEO

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Indhira SueroLos Cleto, Villa Mella

Cada año Marino Cleto Mercedes sigue la tradición de sus antepasados, fundadores de la comunidad de “Los Morenos”, en Villa Mella. Con fervor y con el alma llena de esperanza y plenitud celebra la fiesta a su “luá”, Papá Candelo. Al igual que él, otros fieles esperan con ansias el cuatro de noviembre y se preparan para recibir las bendiciones de aquel que “no le teme al agua, ni tampoco a la candela”. De esta manera, llenos de gratitud hacia su “Viejo Sedifé” unen sus creencias, su poca economía, sus ilusiones, su herencia y sus vivencias para rendirle honor a quien, de acuerdo a sus corazones, “honor merece”. Culto a los luasesMarino Cleto posee múltiples talentos, uno de ellos es su capacidad de entonar salves a la virgen, en especial a La Dolorita, patrona de esa comunidad de Villa Mella. Además de cantante, sirve a los “luases o misterios” y consulta a los creyentes con la lectura de la vela los martes y viernes. Todos los años celebra dos fiestas, una a las veintiuna divisiones y está en honor a Candelo Sedifé, quien pertenece a la división de “Los Radá”, cuyo jefe es Belié Belcán. ÉxtasisTodos los presentes en la humilde propiedad de este “servidor de misterios” entonaban cantos a su protector, mientras Marino Cleto dejaba de ser él y pasaba a asumir la identidad del “luá” en un acto conocido como “trance, montadera o posesión espiritual” y en el que “los luases se introducen en la mente de los creyentes, a los cuales se les llama caballos de misterios”. Durante este posesión, la persona asume come, fuma, bebe, grita, se rie, baila y le da consejos a slos fieles, todo esto de acuerdo a lo que le dicte su fuerza interior. Poder Durante la celebración los mayores parecían recordar mejores tiempos, quizás cuando la vida no era tan dura y cuando comunidades como esta no estaban tan olvidadas por el resto del mundo y las autoridades. Los jóvenes disfrutaban de la música y con gozo movían sus cuerpos al toque de la tambora, de la güira, de las panderetas y de las maracas. Con júbilo exclamaban: “Yo tengo un luá que me ilumina y me protege de la gente, con cuatro velas de a centavo y un poquito de aguardiente”. La niñez no era excluida de esta fiesta, formaban parte de todo lo que allí acontecía y de la comunidad que le rendía culto a Candelo. Con la mirada inocente y con la tradición sobre sus hombros cantaban: “Con su machete en la mano y su tabaco en la otra y un pañuelo colorao’”. El “Viejo”Candelo posee una “personalidad impresionante, es presumido, hace alardes de valentía, de ser el mayimbe del barrio, enamorado permanente de todas, se va a parrandear con Belié Belcán ó del cual dice que es su hermano ó a beber ron y fumar tabaco hasta el amanecer”. Es considerado como el “defensor de los desamparados” y de manera celosa cuida de sus seguidores, aunque no le tiembla el pulso para reprenderles cualquier comportamiento erróneo. Su color preferido es el rojo, disfruta de hacer alardes con el fuego, le gustan las peleas de gallo y posee un excelente olfato para hacer negocios. ComportamientoMuchas veces, Candelo “anda sobre el fuego hasta que se apague” y le fascina demostar su poder a los demás. Los investigadores de este luá dicen que a veces “se echa agua florida sobre las manos, las prende con fuego y limpia la gente contra cruces espirituales”. Para servirle, sus seguidores le ofrecen un vaso de ron y un tabaco. Muchas veces deben acompañarle en sus “parrandas”. VestimentaEl servidor de misterios que se “monte” en Candelo se pone un pañuelo rojo en la cabeza y, en algunas ocasiones, otro rojo por el hombro izquierdo o en la cintura. A veces usa una bata y su capa, confeccionadas en tela satinada. SincretismoEste tipo de eventos forma parte de las creencias del pueblo y pertenece a la religiosidad popular de cientos de hombres y mujeres de todos los niveles sociales. En este “se destacan creencias y prácticas que son el resultado de la capacidad creadora de la gente, de una respuesta de espiritualidad nueva, donde se mezclan diferentes expresiones religiosas que corresponden a las creencias y a las practicas españolas y africanas adoptadas por el pueblo dominicano”. Los fieles se esmeran en ofrecer al luá lo mejor, aunque ellos vivan en un estado de pobreza extrema que suele caracterizar a estas localidades. Con esto se pone de manifiesto que los que menos tienen son los más generosos y desprendidos de sus bienes terrenales. Presenciar una de estas fiestas del vodú permite “expandir la mente” y reconocer que al final del día, la nación dominicana es una muestra viva del poder del sincretismo en todas las vertientes de la vida de la nación. Aunque muchas veces para aparentar, “se esconda la basura debajo de la alfombra”.

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