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HISTORIA

Los Billini, una familia de honor

TODOS ELLOS, DESDE SUS RESPECTIVAS POSICIONES DE SERVICIO PÚBLICO, NO SE ENRIQUECIERON NI LLEGARON AL PODER PARA “EJERCERLO”

Santo Domingo.- En las tierras del mango y los dulces de leche, Baní, se escribe la historia de una de las familias dominicanas que ejemplifican la pulcritud y el respeto en la administración pública y el servicio a la patria: los Billini. De origen italiano y con sólidos principios del bien y el deber ser, esta familia cosechó ilustres personajes que van desde héroes de la independencia de 1844, hasta jefe de Estado, diplomáticos, poetas y sacerdotes. Su historia se remonta al momento en que la expedición de Napoleón vino al país en 1802, cuando el militar Juan Antonio Billini (1787-1852) emigra a la isla porque España cede a Francia la parte oriental del territorio. Establecido en Baní, el hombre del que descienden los Billini dominicanos tuvo 16 hijos y se dedicó a los negocios comerciales. “Los Billini se conocen como una familia de patriotas, educadores, filántropos, comerciantes, escritores, economistas, artistas de la fotografía y del pincel, y hombres de trabajo e integridad”, afirmó Andrés Blanco Díaz, editor y compilador de los dos tomos titulados “Cosas, cartas yÖ..otras cosas”, de Hipólito Billini. José Altagracia (1816-1889), Epifanio (1823-1891), Hipólito (1822-1879) y Esteban son cuatro de esos hijos por los que la historia no borra sus nombres de los capítulos de la Independencia y la Restauración. El primero de ellos, José Altagracia, figuró en la vida pública en cargos de importancia; fue uno de los representantes sociales y políticos de Baní, y en 1868, abandonó el país para trastornar el propósito de anexión a los Estados Unidos. Pero sus esfuerzos no se limitan al plano libertador. En el caso de Epifanio Billini, quien fue cónsul en Cuba, las venas de artista le nacieron en las áreas de la pintura y la fotografía, considerándose el artista de mayor renombre durante el período republicano. “La historia de Epifanio Billini debería ser más estudiada y difundida. Este artista influyó en otros fotógrafos y pintores, y además fue un febrerista, un luchador de la independencia. Tenemos una deuda, deberíamos rescatar su nombre”, aseguró Amable Sterling, artista plástico dominicano. De la obra del padre de la pintora Adriana Billini Gautreau (1865-1946), autor del óleo “Virgen de las Mercedes” (1860), el hilo del tiempo conduce a la vida de servicio vocacional de un sacerdote: Francisco Xavier Billini, hijo también de Juan Antonio Billini. Su espíritu de entrega se refleja en las obras que hoy todavía le dan fama. Dejó su huella en instituciones como la Casa de la Beneficencia, donde acogió a desvalidos y fue la plataforma de lo que ahora es el hospital Padre Billini; la Escuela de Artes y Oficios, con la que ayudó a niños huérfanos de aquel tiempo; un leprocomio, con sede en lo que se conoce hoy como la Iglesia San Lázaro; un manicomio, instalado en el Convento de San Francisco, en octubre de 1885; el colegio San Luis Gonzaga, del que salieron estudiantes de mérito social, como Gastón Deligne, Miguel Ángel Garrido, Emilio Prud’Homme y Demetrio Rodríguez, y la Lotería Nacional, creada para financiar sus proyectos. Al parecer, los Billini nacieron para servir, ayudar al desarrollo y al crecimiento. Y dentro de ese grupo de hombres de honor, se destaca una mujer de temple que duró 40 años en el ejercicio educativo: María Nicolasa (1835-1903), fundadora del Colegio de Niñas ´El Dominicanoª. A esta maestra se le reconoce su labor en la educación de la mujer, pues gracias a su labor, se impartieron por primera vez las materias que correspondían al bachillerato, y que hasta ese momento, estaban vedadas a las mujeres. Para entonces, los estudios secundarios se hacían en el Seminario primero, y luego en el Colegio San Luis Gonzaga. Eso explica las limitaciones que tenían las mujeres. No se puede cerrar el círculo de este núcleo social sin mencionar a Miguel Aristy (1859-1907), otro ilustre miembro de la familia, cuyo espacio de trabajo fue el periodismo. Su obra más recordada es “Estela”, un ensayo de novela que lo perpetúa en la literatura. Ejemplo de estadistaAl hablar de política, cargos públicos y administración estatal, la lista de hombres y mujeres de la historia dominicana que se destacan como funcionarios pulcros y transparentes no es extensa. Sin embargo, los episodios nacionales nos revelan un caso que puede servir como un modelo a seguir: Francisco Gregorio (Goyito) (1844-1898). “Francisco Gregorio presenta durante su paso por la presidencia de la República una hoja totalmente limpia, además de que fue patriota, restaurador, literato, periodista, hombre interesado en la defensa de las mejores causas, impulsor del progreso, de la educación y de una honradez e integridad a toda prueba”, indicó Blanco Díaz. “Goyito” Billini comenzó su vida pública desde temprana edad. Restaurador en 1863, fue prisionero de los españoles cuando fue canjeado en Puerto Plata, al terminar la guerra con España. Perteneció al Partido Azul, liderado por Gregorio Luperón, y dedicó gran parte de su tiempo a cargos del Gobierno, en los que sacó a relucir su calidad personal. “Como político, Billini fue más temible con la pluma que con el fusil al brazo. Su ascendencia política residía en la autoridad moral de su figura sin tachas. Su hombría de bien constituía su mejor credencial en la arena política”, escribe Frank Roca en su libro “Francisco Gregorio Billini, aporte a la divulgación del prócer”. Las aspiraciones de este miembro de los Billini, lo llevaron a la Presidencia de la República (1884), gracias al apoyo de los líderes del Partido Azul. Esta fue su gran oportunidad para servirle a la patria. Así consumió sus buenas intenciones y puso manos a la obra. Lo primero que hizo fue enfrentar el problema de la instrucción pública, para lo que reflexionó y concluyó con el pensamiento de que la reforma social sólo es posible si se toma como punto de partida el espíritu, desde donde surgen el deseo y el anhelo del bien común. El presidente Billini también fue periodista, director del “El eco de la opinión”, por lo que no es sorpresa que considerara la prensa como “medio eficaz de hacer luz en la mente del pueblo”. Su renunciaPero el 16 de mayo de 1885 presentó renuncia y pronunció un discurso que lo enaltece como una de las grandes figuras cívicas del país. “Este gran dominicano que ha sido imperdonablemente olvidado por los dominicanos es el modelo del presidente honrado, sencillo y conocedor de que los cargos públicos son pasajeros. En Gregorio Billini se resumía el guerrillero y el Repúblico, el guerrillero y el patriota, el educador y el hombre de armas, y de gran valor”, opinó Ramón Rodríguez en el semanario “Primicias”.

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