SENDEROS
Reverenciando a la figura paterna
Esto lo aprendí de la vida: puede que tu padre te haya fallado, puede que incluso te haya lastimado más que nadie, que no te haya dado el amor que esperabas recibir, que las cicatrices las hayas llevado por años, y buena parte de tu vida te haya llevado sanarlas; pero, como padre, fue un humano más, y como hijo no tienes derecho a faltarle el respeto aunque él te lo haya faltado.
Como toda persona seguro que tu padre tuvo sus tribulaciones, pero en el fondo siempre quería lo mejor para ti. Como hijos no somos jueces de las desventuras de nuestro progenitor, nunca le falté el respeto a mi padre aunque él me lo haya faltado a mí mil veces.
En este momento de mi vida entiendo que mi viejo siempre quiso que yo fuese tan fuerte como él, que sus palabras severas eran para despertar mi fortaleza, y que ahora que no está he entendido todo lo que tanto me dolió cuando me peleaba con él. La vida te da golpes tan inmisericordes que no hay margen para el débil, y eso lo aprendí nunca juzgando a mi viejo, ni faltándole el respeto. Él me enseñó a juzgarme a mí y a nadie más. Aunque no tuvo todas las respuestas me dio las que más necesité y eso fue suficiente.
¡Como hijos no podemos juzgar, no podemos insultar, ni mucho menos faltarle el respeto a nuestros padres! Es nuestro deber asumir el respeto que se merecen.