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Videojuegos para la vida

De todos es sabido que los avancesde la tecnología han revolucionado la forma de divertirnos. Sin importar si cuestionamos el que nos puede volver ermitaños, los juegos de video o videojuegos son una realidad de nuestro mundo electrónico. Grandes y chicos cada vez hacen uso de estos para entretenerse. Este tipo de artefacto tiene un requisito fundamental para el usuario, no te puedes mover a un nivel superior hasta que no domines totalmente el nivel inferior. Esa cualidad del juego, me hizo recordar una frase del libro “El Sermón del Monte”, escrito por Emme Fox: “La llave de una morada superior es el dominio total de aquella en la que nos encontramos”. ¿En qué nivel del videojuego de tu vida te encuentras hoy? ¿Qué debes dominar dentro de ti para pasar al siguiente nivel? En este tiempo, en que casi todo lo hacemos con un click y que las distancias parecen acortarse, al menos para viajar o comunicarnos; pues en algunos casos se acrecientan para auto-conocernos o relacionarnos, las personas lucen más inconformes, cada vez nos falta más, no estamos a gusto con la forma que ha adoptado nuestra vida: hacer para tener, para exhibir, olvidándonos del Ser, de esto último nace nuestra no conformidad. Lo curioso es que el descontento nos lleva a buscar nuestra unicidad en el fluir eterno de la energía universal creadora. El propio Maestro Jesús no estaba conforme con el estado de las cosas de su tiempo terrenal, su actuación al sacar los mercaderes del templo fue parte de esa expresión de descontento. Nosotros, también estamos llamados a sacar de nuestro templo a los mercaderes del miedo, angustia, dolor, tristeza. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? 1Co 6:19 (NVI). Hay que encontrar la llave que nos permita entrar al siguiente nivel del videojuego. Es posible que para eso lo primero que tendremos que hacer es aprender a querernos, a ser compasivos con nosotros mismos, sin juzgarnos tan duramente, aceptando que en la vida se gana a la primera o se avanza hasta la próxima parada. No se pierde. “Amarse a sí mismo es el comienzo de un romance eterno”, dijo Oscar Wilde. Es cierto, nuestro aprendizaje nunca ha sido que nos amemos a nosotros mismos, sino a que vivamos para llenar las “expectativas de perfección de otras personas y luego sentirnos inadecuados si fallamos”. Nos asusta pensar el tener que manifestar la imagen y semejanza con que nos crearon, porque eso nos compromete a manifestar el Ser de amor que somos. “Ser yo, es ser amor”, dice Anita Moorjani, en su libro “Muero por ser yo”. Estamos en el albor de una época de nacimiento y luz. Nos ayudaría si hacemos cosas para Ser Yo. Parafraseando a Anita Moorjani, te propongo: escuchar tu guía interior. Buscar dentro de ti los recursos que necesitas para vivir tu vida. Para pasar al siguiente nivel del juego. Conducir tu vida conectando con tu pasión. Haciendo lo que disfrutas, lo que te hace feliz, mientras das lo mejor de ti. Finalmente, darte permiso para observar tus emociones, sin juzgarlas como positivas o negativas, sin culparte, porque están en ti y en mí, se trata de que “mirarlas significa amarnos incondicionalmente”. ¿Acaso son estos pasos la llave de la morada superior que nos está esperando, aquí, ahora? Bendiciones multiplicadas.

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