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DOS MINUTOS

Sencillez

Nos cuesta mucho entender el estilo de Dios. Para quien busca lo mundano, la historia de Jesús es demasiado oculta para ser efectivamente divina.

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Luis García DubusSanto Domingo

“Yo no creo nada de eso, de que Jesucristo va a nacer el 24ñ25 de Diciembre. Esos son disparates”, me dijo un amigo con una sonrisa burlona. “Yo tampoco creo tal cosa”, le respondí enseguida. “¡Cómo! ¿Que tampoco crees eso?, entonces ¿qué tanta celebración de los que dicen tener fe como tú?”. “Pues mira, sí que estamos celebrando con gran alegría y gozo. Pero lo que celebramos no es que va a nacer este año un niño Jesús, celebramos ciertamente que un día, hace 2013 años, sucedió el más grande acontecimiento en la historia de la humanidad, y que Dios, el mismo que te creó a ti y a mí, quiso tomar nuestra propia naturaleza y, en medio de una muy sorprendente humildad, nació de una virgen en un sucio y hediondo pesebre”. Nos cuesta mucho entender el estilo de Dios. Para quien busca lo mundano, la historia de Jesús es demasiado oculta para ser efectivamente divina. Santa Teresita de Lisieux escribió: “¡Qué contrarias a los sentimientos de la naturaleza son las enseñanzas de Jesús! Sin la ayuda de su gracia, no solo no podríamos ponerlas por obra, sino ni siquiera comprenderlas”. Por otra parte, le aseguro que no comprendo cómo puede vivir en paz una persona que no tenga fe, creo que es lo que quiso expresar el filósofo sueco Sˆren Kierkegard cuando escribió: “Vivimos vidas de una tranquila desesperación”. “Mire Don Sˆren -le diría un simple campesino con fe-, yo no estoy viviendo como usted dice. Mi vida está llena de una alegre esperanza, porque yo estoy seguro de lo que el Señor me prometió: una vida eterna llena de felicidad en compañía de mis seres queridos”. * * * * * * * Acabo de leer la carta que dirigió el Papa a nuestro monseñor López Rodríguez. Me llamó la atención cómo lo llama “querido hermano” y cómo firma con igual sencillez, simplemente “Francisco”. Me parece estar viviendo un momento en el que estamos siendo llamados a aumentar nuestra humildad y sencillez, tanto en la iglesia como en el país. Otro ejemplo reciente ha sido la suspensión de un obispo alemán por estar gastando demasiado dinero (a juicio del papa Francisco) en la reforma de la sede episcopal de la diócesis de Limburgo. Otra vez ¡sencillez, humildad, pequeñez...! Usted y yo somos miembros amados de la Iglesia. No tenga usted la confusión de que son solo los sacerdotes y monjas. Ellos están, como todos deberíamos estar, al servicio de todos los miembros del “Pueblo de Dios que peregrina por este bello país de los dominicanos y dominicanas” (Papa Francisco). La pregunta de hoy¿Por qué no tengo yo esa fe? Esta pregunta se la hizo Miguel de Unamuno, famosísimo filosofo español, a un monje. Y el monje le respondió. “Porque eres un pozo de soberbia”. Pero sabemos que Dios le concedió esa fe que deseaba, porque al final de su vida escribió: “Méteme, Señor en tu pecho,misterioso hogar,mira que vengo desecho del duro fregar”. “Aprendan de mí -dijo el Señor-, que soy sencillo y humilde y encontrarán paz en su corazón”. Entonces sabremos que lo que nos espera no es la muerte, sino el nacimiento a la vida, esa vida llena de paz y de gozo eterno que tanto deseamos.

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