Preeminencia histórico-jerárquica y funcional del paradigma Educación superior
Quienes incitan al gobierno a que integre los ministerios de educación preuniversitaria (Minerd) y de educación superior (Mescyt) han estado pecando de anacronismo y de errores evidentes: Primero: soslayando los retos del desarrollo nacional y el rol del saber superior y su gestión en su logro. Segundo: conceptuando y ponderando estos ámbitos rectores de actividades y funciones diferenciadas como si fuesen similares. Y tercero: pretendiendo ubicarlos en estructuras de servicios, procesos y fines gerenciales no diferenciados.
Aunque aparenta ser abrumadora la cantidad de naciones que mediante una entidad pública única rigen los distintos niveles, actividades y calidades del servicio educativo, en realidad es sólo una ilusión cuyos efectos embeleñantes se hacen más visibles al pretender que el tamaño, número y razón social propios del nivel educativo preuniversitario (EPre) engullen o puedan ingurgitar las especificidades y roles propios de la educación superior (ESúper) y hacerlo exitosamente.
No hace falta argüir lo que hasta Perogrullo sabe: la primacía de la ESúper en las naciones desarrolladas no depende de ministerios pues allí no hacen falta acciones públicas para dotar a las universidades de lo que ya poseen desde hace siglo: institucionalidad, tradición normativa, capacidades y recursos.
No es el caso la condición de los sistemas de ESúper de los países con economías emergentes. En estos, la importación de modelos foráneos puede contaminar las posibilidades de desarrollo social integral, o erosionarlas.
En estos, el “destino” de los sistemas estatales de educación es fortalecer la educación superior para desde ella construir el desarrollo; de modo que su objetivo macro y cardinal es la educación superior pues toda la educación, sin distinción de grados, aspira a construir ciudadanía: individuos, entre otras cosas, capaces de actuar con inteligencia y eficiencia proactivas en la sociedad, inspirados por valores coherentes con las leyes, para ser y llevar a cabo lo que el Estado espera de ellos, para su beneficio propio y el colectivo.
De aquí que los egresados de la EPre se imputen de resultado en tránsito y, a veces, basal; los que entrega la ESúper, constructos completos y finales. Al menos desde el enfoque ideal.
Si tal señalamiento y ratificación de fines no bastaran, nos permitimos invitar a que remontemos hasta los orígenes. Esta odisea permitirá verificar que desde la antigüedad, la ESúper concitó la atención principal y funcionó como praxis social que nucleó personas, contrario al espacio en que y a la manera como se ejecutó la EPre: anclada a y dependiente de lo doméstico. Recorrido que iniciamos sabiendo que las cosas cambian y advirtiendo que lo hacen sin dejar de ser ellas. Que existen las evoluciones y las revoluciones. Que en las primeras las cosas mutan y fortalecen, para ser más eficientes para sí; que al revolucionar, transforman y, por consiguiente adquieren otra calidad, pasan a ser otra cosa, de modo que sus formas originarias desaparecen.
La educación superior sistema de praxis educativas diferenciado
Más que como hecho social vinculado al deber del Estado, la EPre surgió como obligación y deber familiar. Desde esta condición recluida y cuasi a-social garantizó, durante milenios, la reproducción de los esquemas aprendidos y la continuidad de tradiciones que, una vez refrendados, se constituyeron en y funcionaron como fuentes de los obstáculos más petrificantes y obstructivos del estado social al represar la conciliación y armonización de los intereses y fines individuales y los colectivos. Dificultó, además y por siglos, el desarrollo del sentido de comunicad más allá de lo gregario y lo consanguíneo; la calidad de igualdad entre las personas; negó el derecho a la promoción social; recluyó a las mujeres en prisiones familiares y, por ultimo, instituyó la desigualdad como norma y aspiración, haciendo de la diferenciación y competencia ante las otras familias y personas, la razón de existir de cada clan o tronco familiar.
El paradigma educativo: constructo aportado por la educación superior
Sólo al asumir como misión y pretenderse instrumento de la construcción de personas a través de las cuales los deberes y misiones de los Estados y del bien colectivo son alcanzables y se realizan, la ESup superaba, desde sus orígenes, los límites familiares de la EPre, especialmente liberando a sus beneficiarios de tales círculos y aportándoles las herramientas, conceptuales y técnicas, los valores y habilidades que les permitirían integrarse como personas libres a ejercer las funciones consideradas entonces heroicas, alcanzables sólo por personas formadas en la virtud.
El mejor ejemplo de ello lo fue Alejandro Magno. De las manos de Aristóteles surgió como el constructor del más vasto imperio conocido por la humanidad, aportándole a la Historia un esquema de dominación política relativo basada en lo que siglos más tarde sería conocido como confederalismo, más humanitario y transaccional que el avasallamiento y la tierra arrasada que todavía en el siglo XV practicaron los colonizadores españoles en las tierras americanas.
Además de eso, ni el servicio ni la praxis educativos surgieron en los linderos y espacios de la EPre. El pensamiento sobre lo educativo, la doctrina educativa como función social de valor para la articulación de la persona, el estado, la familia y el bienestar colectivo surgió desde la ESúper. Y esto continúa vigente: la educación en general, tanto la EPre como la ESúper, se articulan, piensan y formulan desde los resultados, experiencias y previsiones adquiridos y modelados por y en la ESúper. ¿O diréis que las doctrinas, métodos y recursos que formulan la necesidad, forma de suplir, ideales rectores y demás aspectos teóricos, normativos y prácticos vinculantes a las actividades de la EPre se configuran, formulan y desarrollan desde sí y hacia sí; desde sus perímetros a su centro; que los impulsan y caracterizan fuerzas y objetivos centrípetos?
Sería otro error Craso.
Como veis, hasta la existencia de la idea o doctrina de la EPre es resultado de la ESúper.
Partiendo de esto, estableceríamos que, si la educación fuese diamante, como es, este primer aspecto constituiría su culet: un punto brillante y pulido en las arenas de la ESúper que, por demás, la endurece, protegiéndola de astillamientos doctrinarios y de los sesgos de la incapacidad y la ineficiencia.
Lo subsiguiente a vista de todos —aunque tan esplendoroso que parecería ofuscarlos—, es lo que esbozamos a continuación.
La primacía histórica de la educación superior sobre la preuniversitaria
Como la EPre fue, desde el más embrionario de los tiempos, una función y responsabilidad de las familias, también lo fue de los padres.
La ESúper, la que construía a los miembros de hordas, tribus, clanes y sociedades en individuos socialmente responsables, funcionales y rentables, iniciaba después de la pubertad. Y ocurría separada de la familia, como hecho y ritual social; la impartían los líderes, “sabios”, guerreros adiestrados, sacerdotes y hasta oráculos. EPre y ESúper fueron, desde el inicio, ámbitos separados y de ellos se esperaban, también, resultados diferentes.
Para ilustrar al respecto, sin olvidar la rica tradición histórica global, desde China a Egipto, recurramos a los griegos donde es posible apreciar, sin duda, el rol de la ESúper como actividad disciplinar con objetivos diferenciados de la EPre. Ambos, no sólo eran y han sido sistemas divorciados: también tuvieron lugar en localidades diferentes. El entorno y objeto de la EPre fue la familia y las normas familiares, como hemos dicho; los de la ESúper, el hombre, la sociedad, los valores e ideales de virtud, razón, saber, valor, identidad, cultura y “destinos” sociales compartidos con las agrupaciones de origen. Constructos que, para ser articulados, requirieron siempre subsumir las individuales en engranajes colectivizantes: ejércitos, gobiernos, religiones, comercio, actividades económicas y otros.
Al respecto, adquiere capacidad ilustradora recordar el fresco "La escuela de Atenas" (1509-1510) de Raphael Zancio (Italia: n. Urbino, 1483 † Roma, 1520). Además de ser obra egregia de la pintura renacentista, es homenaje a los grandes de la Filosofía, conocimientos griegos y a la labor de enseñanza de sus gigantes, forjadores de lo que hoy nos trae a ruedo y ha sido catalogado, con absoluta propiedad, como Educación Superior.
La Academia socrático-platónica, donde se formó Aristóteles, fue el primer modelo global e histórico de enseñanza superior y, para algunos autores (David Sacks, Oswyn Murray y Lisa Brody R., de la “Enciclopedia El mundo de la Grecia Antigua”), la primera universidad de Occidente, según Wikipedia. Surgió y desarrolló similar a como continúa haciéndolo hoy: un servicio privado orientado a la construcción del saber en las personas, en un entorno de libertad, para satisfacer necesidades individuales, colectivas y públicas mediante un ser que mediante el aprendizaje se realiza, se completa y se complace. De aquí la presencia de una Estética en la enseñanza aristotélica: afirmó que se “enseña agradando”. La ESúper fue desde el origen responsabilidad ética. Desde 470 a.C. a 399 a.C. cuando surgió como Academia socrática, robusteció sus cimientos y el vínculo de sus enfoques, pasando de lo especulativo-imaginativo a lo racional empírico; de la elucubración al conocimiento, análisis, conceptuación y registro de la realidad en sistema paradigmáticos. Mutó, así, a Academia platónica (387 a.C.) y finalmente llegó a ser Liceo aristotélico (336 a.C.). En los escritos de Platón y Aristóteles están las evidencias de que esta actividad dejó claras referencias de su existencia y de cómo el servicio educativo y su actividad definieron sus roles, fines, valores y se insertaron en la colectividad. Su lectura permite verificar cómo hizo de lo público y de la virtud sus objetos y valores preciados, fuertemente interrelacionados, ya que el saber debía formar a las personas para conducirse bien en los asuntos públicos y prepararse para ser capaz de defender el interés común y a las ciudades Estados. El resultado de la actividad de la ESúper debía fraguar como bondad, utilidad y belleza en el kalo kagathos: ser en quien unificaba esa triada de utilidades que aquella filosofía denominó kalokatathia, término para cuyo modelado unificó tres campos de enfoque: el ético, el práctico y el estético. Desde tal compleja visión sobre la dimensión del ser, las sociedades y la Historia, la ESúper, embrionaria aún, adoptó como campo privilegiado y objeto de conocimiento, análisis y ponderación el hecho político, sistematizando las formas de gobierno conocidas y analizando sus posibles impactos en las vidas de las personas y las comunidades. Aspirando a modelar un ser heroico, social e individualmente útil en las cosas prácticas (como el gobierno y la defensa) y los conceptos. Y, por tal suma de atributos: ¡bello!
Desde sus inicios, pues, la ESúper nació separada de la EPre, doméstica y familiar, superando sus recursos y fines.
Sobre otras preeminencias de la ESúper sobre la EPre en otra oportunidad volveremos.