Bienes o servicios
La preponderancia que los servicios han adquirido dentro de la composición del PIB no es un rasgo exclusivo de la economía dominicana. Comparte igual tendencia la generalidad de los países del mundo, y es un cambio que ha venido acelerándose en los últimos decenios.
En cierto modo, ese proceso es una señal de progreso, ya que ha sido posibilitado por la creciente satisfacción de las necesidades más fundamentales, tales como alimentación básica y vestido. De no haber sido así, las personas estarían dedicadas a la producción de los bienes requeridos para satisfacerlas, sin mucho tiempo y recursos disponibles para otros menesteres, tal como sucedía en las comunidades primitivas, tanto nómadas como en los primeros asentamientos. Es sólo a medida que esas necesidades perentorias se satisfacen, que los servicios personales adquieren relevancia como actividades de tiempo completo para un segmento cada vez más amplio de la población.
Pero el auge de los servicios en también un resultado del crecimiento demográfico. Sería muy difícil, por ejemplo, que en la isla en que vivimos, actualmente con más de 21 millones de personas, todos pudiéramos dedicarnos a cultivar la tierra, fabricar herramientas, manufacturar objetos para el hogar, coser ropa, extraer minerales o construir alojamientos. Ayudados por los avances científicos y tecnológicos, la humanidad se las ha arreglado para inventar nuevas ocupaciones, y conseguir que aparezca demanda por lo que ofrecen en venta.
Un tema que se debate es si existe una relación óptima entre los bienes y los servicios en la composición del PIB. La respuesta suele ser que no, y que nada impide que la porción representada por los servicios siga aumentando en el futuro. Esa perspectiva inquieta a unos cuantos estudiosos, a la que asocian con una mayor dependencia de eventos fortuitos, aglomeraciones urbanas, inestabilidad laboral y tensiones sociales. Para la mayoría de los economistas, sin embargo, la diferenciación entre bienes y servicios es cada vez más tenue, hecho en parte provocado por la extensión y segmentación internacional de las cadenas de producción. A pesar de ese proceso, economistas que sustentan puntos de vista más conservadores y tradicionales no dejan de sentir cierta aprensión cuando los servicios llegan a ser la principal fuente de generación de ingresos de divisas, convirtiéndose en un factor crítico para la estabilidad macroeconómica.