Descubrí un artículo sublime. Se refería a los monumentos literarios que muchas veces al lector abandona, abrumado por su prosa exhuberante. Ese fenómeno es advertido en el presente contexto donde las obras fáciles son preferidas por lectores fáciles.   

En tiempos de Cervantes, el estilo de la novelas de caballerías eran la comidilla de los consumidores de palabras, al igual que (siglos después) lo fue “La Comedia Humana” de Honoré de Balzac, texto narrativo incluido en las páginas de un diario porque su autor debía cobrar colaboraciones para pagar a sus acreedores. La historia solo hizo trascender pocas obras de ese proyecto literario que puso en vilo a la sociedad francesa del siglo XIX.  

O mejor, ¿qué lector contemporáneo leyó hasta el punto final la edición original del “Ulises”, de James Joyce o “Los miserables”, de Víctor Hugo?