Amar es una decisión libre y responsable

Cuando estaba proyectando este artículo, se me ocurrió ir a un buscador en Internet para que me ayudara a identificar el verbo más usado en español, los resultados fueron: "ser", "estar", "tener", "ir", "hablar", "decir", "sentir", "tomar", "ver", y "mirar". Estaba casi seguro, que uno de esos verbos sería el verbo “amar”, sorprendentemente, no fue así. Amar es un verbo y como tal representa una acción y una decisión. Amarnos significa estar presente para el otro, no solo de palabras, sino también con acciones.

Sostiene el filósofo Martín Buber que con frecuencia cometemos el error de identificar nuestros sentimientos con el amor, imprimiéndole a este un carácter posesivo que nos lleva a hacer un uso egoísta de nuestra alma gemela. El filósofo nos alerta de ese equívoco diferenciando los sentimientos que experimentamos del acto de amar. “A los sentimientos se les ‘tiene’, pero el amor ocurre. Los sentimientos habitan en el hombre, pero el hombre habita en su amor. No es una metáfora, sino la realidad: El amor no se adhiere al Yo haciendo del Tú un ‘contenido’, un objeto, sino que está entre Tú y Yo. Quien no viva esto con todo su ser, no conoce el amor, aunque atribuya al amor los sentimientos que experimenta, sienta, goza o expresa”.

El amor es, por tanto, una acción entre Tú y Yo, reside en cada uno, pero a pesar de ello, solo se manifiesta entre los dos. Al convertir el amor en un acto productivo entre dos personas, nos damos cuenta de que no podemos “poseerlo”, tan solo podemos dar y recibir, en una danza que crea el espacio intersubjetivo en el que terminamos habitando. Buber estaba convencido de que el amor maduro solo se alcanza a través de una combinación única de libertad y responsabilidad. No es una mera chispa fruto de la casualidad, sino una elección consciente.

El Papa Francisco sostiene que “No se puede amar solo cuando conviene; el amor se manifiesta precisamente más allá de la propia conveniencia, cuando se da todo sin reservas”. Todo el que ama ha sido generado por Dios, porque Dios es amor. El Evangelista Juan no dice: todo amor es Dios, sino que Dios es amor. Definitivamente, El amor confía, deja en libertad, renuncia al control, a poseer y a dominar. “Esa libertad, hace posible los espacios de autonomía, de apertura al mundo y nuevas experiencias, permite que la relación se enriquezca y no se convierta en un círculo cerrado sin horizontes”.

El amor brinda soluciones “Recordemos lo que decía San Juan de la Cruz: “El alma que anda en amor ni cansa, ni se cansa”. Para avanzar necesitamos amar. El verdadero amor es concreto. En efecto Jesús enseña las obras del amor en el capítulo 25 de San Mateo, protocolo del juicio: “Tuve hambre, me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme".