¿Entre cifras y realidades?
Como articulista, frecuentemente recibo solicitudes de amigos, familiares y conocidos para abordar el tema de la inseguridad ciudadana que afecta nuestra nación. Esta semana, nuestras autoridades han presentado cifras que, a primera vista, parecen alentadoras: "La tasa de homicidios baja significativamente y los hechos delictivos se reducen en 20,000 incidentes en el año 2024." Estas estadísticas deberían ser motivo de esperanza y optimismo.
Sin embargo, existe una realidad que no se refleja en esos números: más del 73% de nuestra población continúa sintiéndose insegura, según las encuestas de percepción. Este sentimiento no es una simple opinión, sino un reflejo de comportamientos cotidianos. Las personas evitan transitar por ciertas calles, barrios o avenidas, sin importar si son zonas acomodadas o vulnerables. El temor no discrimina; es una constante que condiciona nuestra vida diaria.
Aquí surge una pregunta crucial: ¿deben las cifras sustentarse en la realidad o debe la realidad sustentarse en las cifras? La respuesta no es sencilla, pero es esencial para comprender la desconexión entre los datos oficiales y las experiencias diarias de los ciudadanos. Si bien las estadísticas son herramientas fundamentales para evaluar y planificar, carecen de significado real si no reflejan el contexto humano que intentan describir.
Suscríbete Gratis
Por favor, regístrate ahora para seguir leyendo