AGENDA SOCIAL
La cuestión migratoria
Las guerras, conflictos armados internos, persecuciones políticas, crisis económicas, desastres naturales y demás eventos que afectan a la humanidad han impulsado el desplazamiento masivo de personas. Podríamos mencionar las crisis de refugiados y desplazados de Siria, Afganistán, Venezuela y Ucrania, al igual que las necesidades de mano de obra barata que tienen países de ingreso medio alto y alto, que llevan a ciudadanos de países más pobres a buscar mejor suerte en los países más ricos.
Esa búsqueda de asilo o refugio que ha llevado a millones de personas a cambiar de hogar ha generado tensiones sociales, económicas y políticas, que son el combustible que ha estado motivando el giro de la humanidad hacia el populismo y los extremismos, un fenómeno que no es ajeno a la historia de la humanidad, pero que en el contexto actual toma un matiz más peligroso, por la interrelación entre los países y la vinculación económica que lleva a que un suceso aislado en Medio Oriente, en Europa o en Canadá, pueda afectar al resto de los países.
La cuestión migratoria se ha convertido en tema prioritario para las agendas locales y globales. El Foro Económico Mundial lo considera un activo estratégico, porque los 281 millones de migrantes alrededor del mundo generan alrededor de 831 billones de dólares en remesas y se perfilan como entes activos que contribuyen al desarrollo de los países receptores. La data recopilada a nivel mundial evidencia los grandes aportes de los migrantes.
Sin embargo, en el discurso político que impera hoy en día la realidad que se plantea es distinta. Si bien es cierto que los migrantes llenan vacantes en el mercado laboral en sectores específicos, también generan una presión sobre los recursos locales y los servicios públicos. Además, la integración de los migrantes en las comunidades receptoras genera grandes y graves debates, dependiendo incluso de factores históricos, que se reflejan en desafíos ante las barreras lingüísticas y culturales, lo que se traduce en conflictos sociales.
Todo esto y más se conjuga para convertirse en un verdadero desafío para la comunidad internacional que aún nadie ha podido abordar correctamente. Hay que destacar que, hasta cierto punto, muchos organismos internacionales han tenido posturas poco coherentes y legitimadas, basadas en la realidad histórica y social de cada país.
La solución a este problema complejo y multidimensional es difícil de encontrar, pero con toda seguridad será imposible alcanzar un acuerdo sobre el tema si no hay colaboración entre los países y si los mecanismos de integración global y regional no asumen su responsabilidad sobre el tema. Con carácter de urgencia hay que reformar las políticas migratorias para equilibrar seguridad y humanidad, hay que fomentar la cooperación internacional e invertir en programas de desarrollo que lleven estabilidad a los territorios en conflicto, mientras se asume un compromiso real con la disponibilidad de mecanismos legales y seguros para la migración, que respeten la realidad histórica, social y económica de cada país, en lugar de generar la presión política cortoplacista que se ha convertido en el combustible de la volatilidad que vive el mundo de hoy.
En República Dominicana, en cuanto al tema migratorio, se hace cada vez más apremiante un abordaje desde una mirada integral y firme, donde todos seamos corresponsables de preservar nuestra identidad como Nación; mientras las autoridades se encargan de controlar y sancionar con justicia y sin favoritismos. Apliquemos las leyes, porque el presente y el futuro cercano nos lo exige, no permitamos que se destruya la obra de nuestros Trinitarios.