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OTEANDO

Apretar más la tuerca

Solo controlando un poquito lo del horario, para permanecer abiertos, de los lugares de expendio de bebidas alcohólicas -porque hubo las consabidas excepciones-, ya hemos tenido un saldo diferente de años anteriores en lo que se refiere a la cifra de fallecidos por accidentes de tránsito. Las actuales autoridades obraron medianamente diferentes de las de años anteriores, que permitían la extensión del indicado horario. Y es que, los que venden ese tipo de productos han querido encontrar el lado flaco al Gobierno, haciendo presión con argumentos falaces que van desde el perjuicio al sector hasta el ya manido recurso de anunciar que irían miles de empleados para sus casas.

Pero, hay que reparar en que no son los que venden alcohol los únicos que recurren al chantaje de la pérdida de empleos y “sacrificio” del sector. El cuento es el mismo cuando les hemos marchado a los dueños de bancas de apuestas y de loterías: “cientos de miles quedarán sin empleos”. Y si nos llevamos de esto, también, un día cualquiera, aparecerá una “Federación Nacional de Asociaciones de Microtraficantes, Incorporada”, que se destapará amenazando con un paro de sus actividades, mismo cuya externalidad sufrirá mayormente el propio Gobierno, afirmación que justificarán con argumentos que irán desde el perjuicio al “chiripeo” en el barrio -seguro desencadenante de intranquilidad social- hasta la ralentización en la llegada de cargamentos de tales sustancias, pudiendo ello perjudicar a ciertos cácheres expertos en atrapar 20 para dejar pasar 1,000.

Pero resulta que, si el Gobierno se deja presionar de todo aquél que quiera chantajearlo, tendría que dejar que gobiernen los chantajistas. Y entonces sí que será juzgado infuncional mayoritariamente. El Gobierno no solo tiene el deber de señalar el camino que cree correcto, tiene además la obligación de hacerlo recorrer por vía de la vigilancia del efectivo cumplimiento de las leyes, y más aún, del sometimiento ante las instancias judiciales de todo el que se crea que, porque tiene cuatro empleados mal pagados, puede trazar la ruta de nuestro desempeño social, sin importar a veces cuál sea el despeñadero hacia donde nos lleven.

Aunque la pérdida de una sola vida es ya motivo de dolor para el Estado, y la sociedad en sentido general,

el hecho de que este año haya descendido tanto el número fallecidos en temporada navideña por causa de accidentes de tránsito despierta en la población la esperanza de que el mal se irá conjurando progresivamente hasta erradicarlo por completo. Ya lo saben, autoridades, el año que viene aprieten más la tuerca.