Desde mi pluma
Fiestas al límite
“Hay gente que no quiere llegar al 2025”, escuché mientras presenciaba un choque en plena avenida principal. En temporada regular, el tránsito en la ciudad de Santo Domingo es caótico, pero en época navideña y de cierre de año, el desorden se magnifica, surge la impaciencia por cumplir con todos los compromisos, por ser puntual y de dinamizar el tiempo. La presión social por llenar todas las expectativas navideñas puede generar un estrés considerable.
Pero en busca de satisfacer esas necesidades, se cometen imprudencias de las que se derivan accidentes, discusiones acaloradas y malos ratos. Y mejor ni hablemos del nivel exacerbado de consumismo que nos lleva a hacer largas filas en cualquier establecimiento y por la mínima cuestión.
Por lo tanto, si ya nos vemos obligados a pasar por estas situaciones, propias de las fechas, pasemos el trago de la forma más relajada posible. Practiquemos la paciencia, la amabilidad y la gratitud.
Hagamos un esfuerzo consciente por contribuir al orden y la seguridad de la ciudad, porque ya es lo suficientemente convulsa. Respetemos las normas de tránsito, ofrezcamos una sonrisa a quienes encontramos en las filas interminables y ayudemos a quienes más lo necesitan. Ser parte de la solución, y no del caos, puede hacer una gran diferencia para cerrar el año de forma positiva.
Evite, de todo corazón salir con prisas, pues bien dicen que es mejor haber llegado tarde que nunca llegar. Cuide de sí mismo y no ponga en riesgo a quienes lo rodean. Regálese el recibir el año nuevo con bien junto a los suyos, pues la vida continúa después de diciembre.