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Oye País

En una balanza

Una evaluación de conjunto, sin politiquería, con objetividad, puede decirse que el 2024 que concluye ha sido, con sus altas y bajas, un buen año para el país.

Puntos luminosos: se consolidó la democracia y la institucionalidad al pasar, con notas sobresalientes y ningún sobresalto, dos procesos electorales -febrero y mayo-; la economía creció; se redujo la inflación; se lograron superávits en la llegada de turistas -más de once millones-, aumentaron las remesas, las exportaciones, la inversión extranjera; la tasa de cambio se mantuvo en niveles de manejo. Se dieron duros golpes al narcotráfico -46 toneladas de cocaína incautada-; pese a la reducción en el presupuesto -déficit rondando el 3%- los gastos de inversión no se detuvieron -reconstrucción de la autopista Duarte, el monorriel de Santiago, el teleférico de Los Alcarrizos y el metro al kilómetro 9, el distribuidor Luperón-autopista Duarte, el avance de los trabajos para la solución vial Ave. 27 de Febrero-Plaza de La Bandera-autopista 6 de noviembre. Algunos proyectos, por falta de recursos y/o prioridad, fueron redirigidos.

En la acera de enfrente: no fue posible pasar una reforma fiscal -que todos dicen es necesaria pero que nadie quiere que los toque-; los gremios de maestros y médicos siguieron doblando el pulso al gobierno; pese a que se pondera una reducción de la violencia y delincuencia, la gente no lo cree; el caos del tránsito y los problemas de la electricidad siguen siendo un fuerte dolor de cabeza.

Cuando se pone en una balanza uno y otro lado de la moneda vemos que este año no fue más ‘apretado’ ni complicado que otros. Así entramos en 2025, con experiencia ganada y cargados de positivismo.