Las dos grandes causas de la inmigración
En Estados Unidos Donald Trump se prepara para una virtual cruzada contra los inmigrantes indocumentados, quienes esperan con temor el cumplimiento de la promesa de campaña del futuro inquilino de la Casa Blanca: ¡deportaciones masivas!
Obviamente no hay cifras precisas, pero se estima que unos 11 millones de migrantes indocumentados –la mayoría de ellos de origen hispano– se encuentran dispersos por el territorio de Estados Unidos, tras huir de sus empobrecidos países por falta de oportunidades y en busca de lo que ha dado en llamarse el “sueño americano”, por el que trabajan de sol a sol, casi siempre en condiciones adversas.
El caso es que, desde la campaña electoral en aquel país, los migrantes indocumentados se vieron cruelmente estigmatizados por el hoy presidente electo Donald Trump, quien llegó a calificarlos como “lo peor de la sociedad”, “delincuentes”, y hasta “personas que se comen a sus mascotas”, entre otros muchos calificativos denigrantes para personas que, en su inmensa mayoría, son seres admirables por su coraje, capacidad y dedicación al trabajo.
La mejor prueba de ello son el envío de remesas hacia sus países de origen. Así lo demuestran los US$60 mil millones que llegan a México, los más de US$ 20 mil millones que recibe Guatemala, más de US10 mil millones que van a República Dominicana, otros US$7 mil millones a El Salvador y cerca de US$6 mil millones a Honduras.
Se podría decir que son dólares ganados con sangre, sudor y lágrimas, pero que demuestran que los migrantes no llegan a Estados Unidos con el fin de delinquir, sino lo hacen porque buscan el camino de la superación propia y de sus familias.
Veamos entonces cual es la primera causa para que exista una inmigración tan nutrida y constante hacia el norte: dejan su tierra y muchas veces su familia –total o parcial–, simple y sencillamente porque no encuentran oportunidades en sus países y están dispuestos a correr riesgos, incluso de sus vidas, con tal de buscar algo mejor, como suelen encontrar en California, Nueva York, Florida, Chicago o en cualquier otro estado de la Unión.
Pero tenemos que estar claros de una cosa, y esta es la segunda gran causa de que haya ese flujo migratorio tan intenso que ahora Mr. Trump anuncia que va a detener: hay una gigantesca demanda de mano de obra, sobre todo si es barata –porque a los migrantes normalmente se les paga menos–, como se observa en el agro, en trabajos domésticos, cierto tipo de fábricas o líneas de producción, restaurantes y demás.
En resumen, por un lado, está la falta de oportunidades que obligan a migrar y, por el otro, la demanda de mano de obra. Hay muchos factores alrededor de estos, en cualquier dirección, por los dos principales son esos: oferta y demanda.
Curiosamente quien ahora promete esa cruzada contra los migrantes, proviene, como muchísimos estadounidenses, de familias de valientes migrantes, que han llegado de Europa, Asia o Latinoamérica.
Es interesante comprobar que alguien que aborrece tanto a los inmigrantes es hijo y nieto de migrantes que llegaron respectivamente de Alemania y Escocia. Friedrich Trump, abuelo paterno del futuro presidente, nació en Baviera (Alemania) y a los 16 años salió de su país natal huyendo del servicio militar. Así principió el apellido Trump en Estados Unidos.
Su padre Fred Trump, nació ya en Nueva York e inició el negocio de desarrollo inmobiliario que es la columna vertebral de la fortuna de la familia.
Por el lado materno la historia es similar. Quien denigra a los migrantes en público, es hijo de Marie Anne Mac Leod, una escocesa que llegó a EEUU a los 18 años buscando oportunidades económicas. Ella tuvo que realizar trabajos domésticos, antes de casarse con Fred Trump.
La inmigración es lo que ha permitido la amalgama sólida de lo que hoy es la sociedad estadounidense. La huella hispana ya es fuerte y profunda. Según el último censo (2023), hay 63.7 millones de hispanos en EEUU, de los que más del 75% tiene su estatus migratorio regularizado. Hay quienes dicen que esa fuerza empresarial y laboral constituiría la quinta economía del mundo. No estoy seguro de este dato, pero se repite en conferencias y documentos. En todo caso, no cabe duda de que es un grupo que impulsa la economía estadounidense… y la de nuestros países.
La amenaza de Trump mantiene con temor a 11 millones de migrantes indocumentados, trabajadores y esforzados –con las lógicas excepciones en un número tan grande–, que no saben que les depara el futuro.
Pablo Diego es un padre guatemalteco de 70 años. Vive en el campo de un pequeño cultivo de maíz y tres de sus hijos migraron a Florida. Dos de ellos ya fueron deportados, pero allá está su hijo mayor, dos nueras y varios nietos. Yo no sé lo que pasará con ellos, pero están luchando por salir adelante… dice con una mezcla de nostalgia y temor.
El nieto e hijo de migrantes será pronto un implacable perseguidor de aquellos que, como su abuelo y su madre, llegaron a Estados Unidos en busca de un mejor futuro… El punto es que ha cambiado la forma de ver la vida de los demás, aunque, debemos reconocer, es un problema de muchas aristas, pero solo dos causas fuertes.