¿Resucitó Poncio Pilato?
La tragedia de Haití es un drama que se desarrolla ante los ojos de todos, pero parece que nadie ve ni escucha. Este empobrecido país enfrenta una devastadora crisis: hambre, desempleo masivo, colapso sanitario, falta de documentación, alta deforestación, y el dominio de bandas criminales que han consolidado su control bajo el nombre "Podemos". Todo esto ocurre mientras su gobierno es incapaz de ejercer autoridad.
Sin embargo, lo más inquietante no es la gravedad de estos problemas, sino la indiferencia de las grandes potencias que, históricamente, han intervenido en Haití. Ahora, esas mismas naciones parecen encarnar a Poncio Pilato, lavándose las manos ante la agonía haitiana, dejando la carga a los países vecinos, especialmente a la República Dominicana.
Como colindantes, somos la válvula de escape de esta crisis. Nuestro sistema de salud y educación está desbordado, la informalidad laboral aumenta en cada esquina y el gasto militar en la frontera se dispara. Nuestro presidente ha alzado la voz en foros internacionales, clamando por ayuda, pero parece que ha hablado en Mandarín: nadie lo entiende.
¿Qué hacer cuando estamos solos frente a un problema de esta magnitud?
1. Cerrar la puerta al "Pilato moderno": Fortalecer la frontera con tecnología avanzada y mayor eficiencia en el control migratorio.
2. Ordenar el caos: Implementar un registro de datos de migrantes para identificar a quienes contribuyen y deportar a los demás.
3. Unir fuerzas: Construir una alianza regional que exija a las grandes potencias asumir su responsabilidad histórica.
Haití necesita una solución global, pero si las grandes potencias continúan lavándose las manos, debemos actuar con firmeza. La historia juzgará si realmente han heredado el espíritu de Poncio Pilato, dejando que la tragedia se despliegue mientras observan desde sus tribunas.