VIVENCIAS
Nuestro prójimo
Hay infinidad de versículos en la Biblia sobre el prójimo, pero uno en particular del Libro del Levítico (19:17-18) llamó mi atención: “No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”.
Estamos atravesando por una época en que las costumbres modernistas nos invitan a replantearnos el concepto de prójimo. Si lo analizamos como un hecho único, asimilar los acontecimientos del pasado implica dejar de concebir la memoria colectiva como un conjunto de sucesos inamovibles, desprovistos de dinamismo.
Se podría decir que la persona va construyendo su propio espacio y tiempo, convirtiéndose en un individuo celosamente dueño de sí mismo y de lo que posee. Sin embargo, cuando adopta una conducta extremadamente egoísta, demuestra una incapacidad para observar y valorar lo que ocurre a su alrededor.
Es la imposición de la costumbre la que moldea la vida de las personas, en un entorno donde el hipócrita, el oportunista, el vano, el fanfarrón, el malévolo, el adulador, el ambicioso, el opresor o el ingrato nos rodean y conforman, de manera irónica, los tentáculos de lo que solemos llamar, eufemísticamente «nuestro prójimo». Es una realidad que no se puede ignorar, pues así es la naturaleza humana, especialmente cuando se aleja de Dios y decide construir su propio camino, mostrando con tiento afinadísimo que únicamente vive para sí misma.