ENFOQUE
Gobernar en tiempos de redes sociales
En la era digital, los gobiernos enfrentan un desafío sin precedentes: interactuar eficazmente con una ciudadanía cada vez más conectada y exigente, que se moviliza a través de las redes sociales. Estas plataformas han transformado la forma en que las personas se informan, opinan y actúan, obligando a los gobernantes a replantear sus estrategias de comunicación y participación. Ya no es suficiente anunciar una medida; es necesario anticiparse, explicar en profundidad y generar comprensión en la sociedad sobre decisiones de alto impacto. Sin embargo, adoptar políticas públicas sujetas a las reacciones cortoplacistas de las redes sociales atenta contra la calidad del gobierno y hasta socava su autoridad.
Las decisiones de Estado requieren una planificación con visión de largo plazo, fundamentada en análisis profundos y orientada al bienestar general, pero sin ignorar el pulso de las voces en las redes. Es imprescindible escuchar, analizar y medir las opiniones expresadas en estos ecosistemas digitales, haciendo los ajustes pertinentes cuando sea necesario, pero sin dejarse “narigonear” por ellos. Resulta fundamental que los gobiernos persuadan y ganen la confianza de la ciudadanía, pero no pueden hacerlo basándose en viejas prácticas de marketing o en modelos de comunicación del pasado, propagandísticos y unidireccionales. Hace falta autenticidad, transparencia y una conexión genuina con las preocupaciones y aspiraciones de la población. La comunicación ha de ser inteligente, empática y adaptada a los nuevos tiempos.
Nuestro gobierno ha dejado sin efecto una serie de medidas al ser rechazadas por la opinión pública, manifestada principalmente en las redes sociales. Desde propuestas de reforma fiscal hasta decisiones administrativas y legales, varias iniciativas han sido abortadas ante la presión digital, sin que sea invalidado el estribillo de un presidente que escucha.
Esta realidad no es exclusiva de nuestro país. En Francia, el movimiento de los “Chalecos Amarillos” surgió en 2018 en respuesta al aumento de impuestos al combustible. Amplificado por las redes, llevó al gobierno a suspender la medida y a reconsiderar otras políticas económicas. En India, las protestas de agricultores contra nuevas leyes agrícolas en 2020 y 2021, fortalecidas por el apoyo en línea, culminaron con la derogación de las leyes por parte del gobierno.
Otro ejemplo es el de Chile, donde en 2019 las protestas contra el alza de precios del transporte público, organizadas y difundidas a través de las redes sociales, derivaron en un proceso constituyente para redactar una nueva constitución. Asimismo, en Estados Unidos, el movimiento Black Lives Matter, impulsado en gran medida por las redes sociales, condujo a reformas policiales y a una mayor conciencia sobre la justicia racial.
No obstante, también existen ejemplos de administraciones que han sabido aprovechar las redes sociales para gestionar eficazmente su comunicación y fortalecer la relación con la ciudadanía. El gobierno de Canadá, bajo el liderazgo de Justin Trudeau, en marzo de 2021 realizó una sesión en vivo donde respondió a preguntas sobre las vacunas, las medidas de confinamiento y los planes de recuperación económica. Esta sesión fue ampliamente seguida y permitió aclarar dudas cruciales para la población. En 2022 llevó a cabo un foro virtual enfocado en las políticas de inclusión y diversidad, donde se discutieron avances y desafíos, y se recibieron aportes de diferentes comunidades y grupos de interés Trudeau nos enseña que resulta fundamental anticiparse a las inquietudes, explicar claramente las razones detrás de cada decisión y fomentar un diálogo abierto con la ciudadanía a través de las mismas redes sociales, que pueden ser aliadas en este proceso si se utilizan para educar, informar y generar participación constructiva.
Se necesita, sin embargo, desarrollar habilidades para discernir, a partir de métricas y análisis netnográficos, entre críticas constructivas y reacciones emotivas pasajeras. No toda tendencia en redes sociales representa el sentir de la mayoría, pero puede indicar áreas donde se requiere mayor atención o ajuste. La adaptabilidad resulta esencial, siempre enmarcada en una visión estratégica que priorice el bien común.
Los Dircom que acompañen a los gobiernos en la actualidad deben ser agentes de cambio que comprendan profundamente el entorno digital y las expectativas de una ciudadanía empoderada. Su rol es crucial para construir puentes entre el gobierno y la sociedad, fomentando la confianza y facilitando la implementación de políticas que respondan a las necesidades reales de la población.
Al incorporar estas cualidades, podrán diseñar e implementar estrategias que no sólo informen, sino que también inspiren y movilicen a la ciudadanía hacia objetivos comunes. En esencia, se convierten en pilares fundamentales para lograr una gobernanza efectiva y democrática en tiempos donde la voz de cada individuo puede resonar con fuerza a través de las redes sociales.