Luces de esperanza en medio de la adversidad

Después de días sumidos en la consternación por la tragedia del Jet Set, llegan noticias que, como rayos de sol tras la tormenta, nos recuerdan que la resiliencia y el dinamismo del país siguen intactos.

En un mundo marcado por tensiones geopolíticas, incertidumbre económica y sombras de recesión, nuestro país avanza contra viento y marea, sostenido por el esfuerzo de su diáspora, la vitalidad del turismo y la solidez de sus fundamentos económicos.

Las remesas, ese flujo de esperanza que conecta a miles de familias con el sudor de sus seres queridos en el exterior, alcanzaron en marzo la cifra récord de US$1,110.3 millones, un 20% más que en el mismo mes de 2024.

No son solo números: son el combustible para el consumo, la inversión y la estabilidad de los más vulnerables.

A ello se suma el turismo, que en el primer trimestre del año recibió a 3.3 millones de visitantes, un 4% más que en 2024 y un asombroso 234% por encima de los niveles prepandemia.

Los cruceros, con un crecimiento del 167% con relación al año 2019, confirman que el país sigue siendo un imán para el mundo.

Estos logros no son casualidad.

Son el fruto de una economía que, pese a los vientos globales adversos, mantiene un tipo de cambio estable, reservas internacionales robustas (por encima de US$14,700 millones) y una confianza que atrae inversiones.

El gobierno tiene ahora la oportunidad de redoblar el impulso: acelerar la reparación de infraestructuras, potenciar sectores estratégicos y asegurar que este crecimiento se traduzca en bienestar para todos.

Hoy, mientras el mundo mira con pesimismo el horizonte, República Dominicana demuestra que, incluso en tiempos difíciles, hay motivos para seguir creyendo.

El camino no está exento de desafíos, pero estas señales son una invitación a levantar la mirada y construir, juntos, un futuro más prometedor.

La esperanza, después de todo, también es una forma de resistencia.

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