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Desde mi pluma

¿Dónde dejas el servicio?

Podría jurar que casi a diario salen a la luz episodios desafortunados con agentes de la Policía Nacional en su ejercicio. Hemos presenciado atropellos de parte de algunos miembros de la entidad castrense y también hemos palpado la necesidad de que la misma se reforme.

Cuando la sociedad demandó una reforma policial, estoy segura de que se refería a todo, excepto a un cambio de uniformes. ¿Cómo es posible que esto sea lo que se anuncia como si fuese una prioridad? El uniforme es solo un distintivo que no agrega ni resta a su oficio. El agente no estará mejor capacitado por la ropa que porte.

A riesgo de pecar de ignorante, considero que hay muchas pero muchas otras cosas que podrían tomarse en cuenta antes de enfocarse en un simple cambio de vestimenta.

La reforma policial debe ir más allá de la estética. Necesitamos agentes mejor preparados, tanto a nivel académico como en valores. Necesitamos agentes formados en materia de Derechos Humanos, resolución de conflictos y psicología. Un uniforme nuevo no garantizará que un agente trate con respeto a la ciudadanía. La verdadera transformación se logra desde adentro, con vocación de servicio.

La reforma que esperamos también debe incluir mecanismos de seguimiento y evaluación de desempeño, tecnología, equipos, y por supuesto más beneficios laborales para los agentes.

La gente no quiere sentir desconfianza y miedo de sus autoridades, no quiere sentirse inseguro cuando ve una patrulla, no quiere sentir la necesidad de sacar su teléfono y grabar cuando un uniformado se le acerque por temor a ser violentado. Todo lo contrario, quiere saberse protegido en su país. A eso, definitivamente, hay que darle prioridad.